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Hace una temporada os lo adelantamos: Rafa Zafra, de Amar y Estimar, nos explicó que abriría un restaurante en Poblenou de menú de mediodía, donde se comería por 15 o 20 euros. "También sabemos cocinar sin caviar ni carabineros. Yo aprendí a disfrutar de la comida en restaurantes de camionero, cuando paraba con mi padre", me contó. Pues ya lo tenemos aquí: se llama Per Feina (Ciudad de Granada, 130), y abre de lunes a viernes de 8 a 16 h para el almuerzo y desayuno.
Y la declaración de Zafra no puede ser más acertada: porque comer en Per Feina es como comer en el comedor de un hotel clásico como el Palace a precios de restaurante de camionero.
Por 18 euros, te encontrarás un menú alucinante que en realidad es una carta encubierta: primeros divididos en ensaladas, salazones y encurtidos (matrimonio de anchoa y boquerón con pan con tomate, por ejemplo, o un puerro a la brasa con vinagreta de aceitunas y avellana), sopas y cremas (salmorejo cordobés o crema de calabaza con 'crème fraîche'), verduras y legumbres (pisto manchego, garbanzos con capipota...) y unos segundos exuberantes divididos en pasta y arroces, pescado –lomo de bacalao con espinacas a la catalana, por ejemplo– y carne, a elegir entre carrillera de ternera al vino tinto, secreto ibérico a la brasa con mojo picón o pollo asado con salsa brava. En total, un menú a dieciocho euros en el que tienes que elegir dos opciones entre dieciocho platos. Se hace difícil.
La oferta es muy generosa: dichos dieciocho euros incluyen un aperitivo con aceitunas y longaniza, agua, dos platos, una copa de vino, postre y un café. ¡Sin ningún tipo de extra! Y el servicio del restaurante, atento y eficaz, es más propio de una estrella Michelin que de un restaurante de menú. Hay una plantilla de casi veinte personas en acción (¿dieciocho?) que te retiran los cubiertos después de cada plato.
Y la comida es excelente: pido unos garbanzos con capipota –una media ración, lo suficiente para disfrutar pero no para matar el hambre con el primero– con la legumbre con el punto justo de cocción, la carne melosa y el fondo de cuchara picante y con muchas horas de chup-chup. Buenísimo.
De segundo, un arroz a la cazuela con chuleta de cerdo deshuesada, trompetas de la muerte y 'cama-secs', y que lleva unos pellizcos de alioli finos y suaves. Es un placer mezclarlo todo, el alioli y la capa de grasa de la cocción, y disfrutar de la melosidad conjunta del plato y el toque de bosque de la setas fresca. Plato de domingo.
De postres: ¡hay un carro de postre donde elegir! Que en realidad es un escaparate con pastelería clásica como lemon pie, pastel de zanahoria, crema catalana, tiramisú, pera al vino...
Después de comer, el chef de la casa, el sardo Stefano Schirro, me corrobora que hace malabarismos para ofrecer buen producto a buen precio: "Salgo, busco, miro y me peleo, hay que encontrar una fórmula de proveedores para poder mantener este nivel ", explica. El nivel no es otro que el que encontrarás en el Amar del Palace, adaptado a la franja de mediodía, y a un producto más humilde, pero noble: cocina tradicional con platos de todas las cocinas españolas, "con fondos muy trabajados y el toque de Rafa Zafra, donde los fondos de las ollas hierven cada día desde las siete de la mañana", dice satisfecho Schirro. En la barra de desayunos reinan los embutidos artesanos de Cal Rovira, que cortan al momento.
El local es enorme, pero mi consejo es que vayáis antes de que se pete.
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