Los niños felices que no han sido humillados o maltratados por sus familiares sólo tienen los terrores nocturnos para poder llegar a la edad adulta y hacerse los interesantes. Quico Cadaval le ha sacado partido a estas historias de la tradición gallega, en las que los antepasados te visitan con aliento fétido y los muertos se pasean por los caminos rurales. Esta intensa actividad nocturna se terminó en 1936, cuando la gente empezó a tener más miedo de los vivos que los muertos.
Munt de Mots 2013: Fantasmes familiars
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