Ikra (CERRADO)

Hacía tiempo que Barcelona se merecía una oferta de buena cocina rusa como la que propone el Ikra, un flamante restaurante donde su chef, el catalán Gerard Barberán, combina con éxito algunos platos rusos con cocina de proximidad mediterránea. Una afortunada combinación, bien explicada por Juan, el encargado de la sala y de la dirección.

El local es muy atractivo, sobre todo para jóvenes exigentes que quieren compartir con amigos o con su pareja un momento diferente sin que su bolsillo, permanentemente amenazada, salga perjudicada. Una decoración moderna, atractiva y muy cálida, basada en materiales nobles y sabiamente colorida, invita a relajarse, a disfrutar mirando cualquiera de sus ángulos y sentirse cómodo.

El servicio es atento y desenfadado, muy amable, pero a veces se ve desbordado cuando el local se llena, lo que sucede bastante a menudo. Su cocina, una buena sorpresa. La propuesta 'rusa' es de gran calidad y respeta tanto los gustos como las tradiciones, dando un plus con una presentación muy al día. Naturalmente el Ikra ('caviar' en ruso) está presente, en un tartar con los huevos de esturión. También el arenque hace su reverencia desde el pod shuboy, una especie de ensaladilla, aunque el más sabroso es la ensaladilla que presentan como 'rusa-rusa', con pepino en lugar de guisantes y lengua en lugar de atún y un añadido sobre de mayonesa.

La joven y atractiva gastrónoma rusa Tanya Volkina no hizo ni de juez ni de cicerone y ensalzó con nosotros los dranikis, de patatas con bacon, y los pelmeni, exquisitos raviolis de carne rusos que al Ikra los presentan caseros (hay una especialista que les hace) con una sabrosa salsa de eneldo.

En la nueva carta, también se incluye una sopa fría a base de verduras cortadas muy finas, col, eneldo y pepino, muy sabrosa y fresca. En cuanto a la oferta de la cocina mediterránea, destacan sobre todo las carnes, entre las que hay un magret de pato muy bien presentado, el filete o las vieiras. Juan ha completado el festival con una carta de vinos muy inteligente que permite un juego de maridajes muy curioso entre los platos rusos con vinos locales de proximidad. Bienvenido el buen gusto ruso en Barcelona.