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Jo també sóc al·lèrgic
©Ivan Giménez

Restaurantes y tiendas para alérgicos

La comida apta para intolerantes y alérgicos cada vez tiene más espacios en Barcelona. Os descubrimos algunos de los locales donde cuidan que todo os siente bien

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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Para mucho niños alérgicos y con intolerancias, ir de restaurante no es una fiesta. Los platos de cuchara de la abuela son los más adecuados para la gente con alergias.

En un terreno enraizado en la tradición catalana se mueve la oferta antialérgica de Ca l'Estevet (Valldonzella, 46. T. 93 302 41 86): bacalao 'a la llauna', entrecot Café de Paris o paella Parellada (sin picada) son tres opciones imbatibles aptas para celíacos y alérgicos a la proteína del huevo y de la leche, y adictos a la buena mesa. Pero si se treta de niños, hay que darles una buena pizza: Il Piccolo Focone (Dos de Maig, 268. T. 93 450 24 52) es el único sitio de la ciudad dedicado en cuerpo y alma a la pizza sin gluten. Disponen de 30 pizzas para celíacos y de quince pastas frescas, secas o rellenas, además de risottos y postres. El propietario, Eloy Caicedo, me explica que hace quince años en la Liguria, con otros pizzeros, idearon una masa estándar para pizza para celíacos.

Ahora, emigrado al Clot, hornea una versión evolucionada, hecha con harina de maíz, trigo sarraceno, y fécula de patata. Me habla de una masa ligera, porque " una pizza normal se digiere en dos horas, y esta en media". ¡Bingo! De aspecto parece la típica napolitana, pero es ligera, crujiente, nada gomosa. Deliciosa. La de embutidos picantes -toda la carne aquí es sin gluten- entra directa en mi top ten. Ahora bien, si os apetece una mesa amplia y cómoda, en el meollo, podéis reservar sin miedo en el 4 Capellans, restaurante del Hotel Catedral, que dispone de una carta de gran relación calidad-precio, sorprendente en un cuatro estrellas. Casi ningún plato principal pasa de los diez euros, y la mayoría de recetas se pueden adaptar para celíacos y alérgicos. Y ya que hablamos de tradición, El Gat Blau (Consell de Cent, 139) es una apuesta segura. El cocinero Pere Carrió trabaja con producto de proximidad y ecológico, y añade un toque de autor a platos con precios muy interesantes: un plato como el pulpo confitado a baja temperatura con papada de cerdo y romesco es apto para quien no pueda probar el gluten, la leche y el huevo.

Una alergia te puede matar de un shock anafiláctico. Una intolerancia te puede hacer sufrir mucho: las tiendas para estos colectivos deben saber con que tratan.

Sin duda esto se cumple en La Botteghina (Clos de Sant Francesc, 55. T. 93 222 95 52): su propietaria, Silvia Fiorilla, es una ingeniera biomédica que decidió abrir un negocio propio. Ha dividido la tienda en tres zonas: una de producto biológico, una parte sin lactosa y una zona sin gluten, y en un momento dado los tres espacios se encuentran. Encontraréis galletas, pasta, pan... y delicias italianas, como la pannacotta sin lactosa y salsas también sin gluten (ragú, pesto de calabaza o de alcachofas).

En Jo També Sóc Al·lèrgic (Vilamarí, 26. T. 93 426 49 48) todo tiene un aspecto muy personal: al hijo de Núria Canturri y Joan Riedweg le diagnosticaron una multialergia a la proteína de la leche, el huevo, el marisco y los frutos secos. E chico ahora tiene 15 años, pero criarlo ha dejado en los padres un saber hacer canalizado en esta tienda: "Parece una farmacia de alimentos", dice Canturri. Está todo ordenado por alergias y la tienda es muy atractiva para los más pequeños: tabletas de chocolate y chocolate en crema sin el odiado "puede contener trazas de frutos secos", helados sin leche, pizza y pasteles sin gluten... El mundo alérgico es pequeño, y muchas de las marcas son de padres con hijos alérgicos. Núria ha publicado el libro 'Mama, em pica!' (Angle, 2014), amena crónica del dolor sin resignación y que también funciona como pequeño manual de qué marranadas te endiñan con las galletas del súper. Y si este es un local pequeño y familiar, la histórica Dietètica Glòria (Entença, 175. T. 93 329 92 51) también lo es, y funciona como réplica de todo lo que se pueda encontrar en un supermercado convencional pero enfocado a los alérgicos, y la mayoría en formato artesano. Abrieron hace unos 50 años como herboristería, y se reconvirtieron a las alergias hace unos 25. El 80% de su producto va dirigido a los celíacos, pero encontraréis de todo. La propietaria, Laura Gràcia, es un poco pesimista respecto al futuro de la raza humana: "Cada vez somos más delicaditos y cada vez hay más alergias combinadas".

En estos establecimientos me comentan que una pequeña porción de su negocio -pero cada vez más creciente- es gente sin ninguna intolerancia que ha descubierto que la dieta sin gluten les sienta mejor. En Gluten Free (Major de Sarrià, 119. T. 93 280 38 72, de 16 a 18 h) Rosa LaCruz me lo corrobora. "El pan es la asignatura pendiente del celíaco", dice, así que a parte de los platos cocinados, pasta, leche y galletas, tiene una buena selección de panes de molde y de payés. Para chucherías, la opción es sencilla: en Pappabuble (Ample, 28) todo es artesano y libre de gluten.

Cafeterías
©Scott Chasserot

Cafeterías

En el templo lácteo que es la Granja Viader (Xuclà, 4-6) los intolerantes a la lactosa quizá no se podrán tomar un buen suizo, pero sí que podrán disfrutar de su chocolate, hecho con agua, cacao, chocolate y canela. También es de visita obligada para los celíacos: chocolate, bizcochos de soletilla, magdalenas, pasteles de queso, crema catalana y flanes, todos caseros, son placeres 100 % sin gluten. Y en la cafetería Syngluten (Galileu, 115. T. 693 97 66 35) hacen unos buenos churros con chocolate ya os imagináis cómo, y si así lo encargáis, sin lactosa.
Pan

Pan

En Barcelona solo hay una panadería dedicada en exclusiva al pan sin gluten: Celiadictos (la Pobla de Lillet, 5. T. 93 409 31 31), que también cubre la intolerancia a la lactosa, ningún pan lleva leche. Isabel Trullenque me explica que aquí no hay nada que tenga que ver con el pan barato hecho con maíz. Y es cierto: con mezclas de harinas de pseudomaices (trigo sarraceno, quinoa, amaranto) han conseguido panes de payés, barras y panes de molde gustosos. No tan baratos como quisierais: la quinoa va a 13 € el kilo, cortesía de la especulación del mercado de futuros (¡gracias, EUA!).
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