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Por suerte, la cocina está a la altura del trayecto y el encanto: no te venden ninguna moto (ni una palabra sobre 'cold-pressed' o superalimentos). Ni las hierbas ni las flores son decorativas: lo demuestra un buenísimo, meloso y ligero bacalao cocido a baja temperatura con salsita de pescado y pimiento, aromatizado con hinojo marino y verdolaga (sí, mar y montaña).
Por motivos legales, Fabio Gambirasi y Roser Asensio, los dueños del aclamado restaurante Mala Hierba, cambiaron el nombre de su establecimiento a Agreste. Pero la oferta y las intenciones siguen siendo las mismas. Aquí ni las hierbas ni las flores son decorativas: lo demuestra un buenísimo ravioli de calabaza y anchoas con la salvia que cultivan. Fabio tiene la mano izquierda de un cocinero creativo, llena de sorpresas: “No hago cocina italiana ni española. Si tengo que ponerme una etiqueta, me gusta la de cocina del paisaje”. Puede decirlo más alto pero no más claro. Platos como su delicioso medallón de casquería apuntan hacia la estrella Michelin. No diga que no le hemos avisado.