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En Can Sardi triunfan los calamares con brócoli, el bonito con costra de pane carasau y la especialidad: las sardinas. Las hacen a la brasa, en escabeche y, si tienes suerte, quizá las encontrarás ahumadas con burrata. Para los que no sois muy sardineros, sabed que aquí tienen mucho talento para la plancha y que su caballa es irresistible. En este pequeño restaurante italiano forrado de azulejos antes andaluzas, en Pasquale y Fabrizio también despachan platos de pasta (raviolis de ricotta y escarola salteada con salsa de anchoas y piñones), carne (estofado de cordero), excelentes vinos (Cannonau) y grandes postres (tarta de queso con azafrán y reducción de mirto). Nunca Barcelona y Cerdeña habían estado tan cerca.