Ubicado en el corazón alto de Barcelona, en el número 265 de la calle Aribau (Sant Gervasi – Sarrià), el restaurante y coctelería El Volador continúa la tradición culinaria familiar y rinde homenaje a Manuel Zamudio “Shilinsky” y Catalina Cole, fundadores de la emblemática Embajada Jarocha, establecida en Ciudad de México en 1979. Los sabores se entrelazan en una danza vibrante de picantes, ácidos, dulces y salados, una experiencia que, si tenéis suerte, se acompaña de espectáculos en vivo, desde conciertos hasta shows temáticos.
Un menú lleno de sabor
La propuesta culinaria se especializa en mariscos, carnes selectas y productos de la localidad con el toque mexicano a la brasa, aplicando tanto técnicas de la cocina prehispánica como de vanguardia. La cocina semi abierta permite al comensal disfrutar de todo este espectáculo emocionante.
Ofrecen un menú degustación, pensado como un recorrido sensorial por el México profundo en 8 tiempos. Algunas creaciones a destacar son la carrillera de cerdo Duroc al pibil, el magret de pato con mole de la Chichi (abuela maya), ceviche de Corvina con pulpo al ajillo, aguachile de Viera y una variedad de platillos frescos y llenos de contrastes.
La experiencia se completa con una selección única de destilados de agave —mezcal, tequila, raicilla, bacanora y más—, y una coctelería signature que combina ingredientes autóctonos con técnicas contemporáneas para lograr tragos memorables.
Un viaje gastronómico con historia
Fundado por Gerardo Zamudio (Founder) y Edilma Da Luz (Co-founder), El Volador nace como la evolución del proyecto Ay Papantla (Vic), con la visión de representar un México contemporáneo que también mira hacia el pasado. De hecho, El Volador se inspira en el rincón gastronómico La Antigua Embajada Jarocha fundado en 1971 en la Ciudad de México, célebre por su comida veracruzana y desayunos con música en vivo.
En este lugar, cada detalle —desde el plato hasta el espacio— está diseñado para mostrar la cara más artística de la cultura mexicana. Cada rincón está labrado a base de arte: herrería artesanal de Daniel Navarro, lámparas de hoja de maíz de Natalia Gaminde, murales de Karen Rumbos y Font, tablas Wixárikas de la comunidad huichola de Guadalupe Ocotán (Nayarit), pintura neoazteca de Anna Repullo, y piezas de menaje tradicional como molcajetes tallados, cazos de cobre michoacano, talavera de Tlaxcala, vidrio soplado de Tlaquepaque y cerámica de Cholula. ¡Una celebración viva que va mucho más allá de una gastronomía que hace cosquillas al paladar!