Un bar guapo de narices: una barra limpia con cocina a la vista, y aires madrileños de mármol blanco y mesas de taburete alto. Xavier, el dueño, trabajó en bares de Madrid, donde aprendió a tirar la caña.
En la cocina trabaja Héctor, un aragonés formado en el Basque Culinary Center. Gente de alta gastronomía para hacer cocina de barrio a precios de barrio. Tienen unos mejillones al vapor excelentes. Sus brutales callos, de picante abraonada y textura gelatinosa sutil, redimen la chusma rojiza que cultiva bacterias en expositores.
Los platos fríos son una bendición en barra: como la ensalada de garbanzos con el punto de vinagre con tiralíneas. Vermut de Morro Fi, buena elección de vinos de la tierra a copas y tempranillo de tirador fresquito en porrón.