¿Os da grima pasar por delante de un cementerio de noche? Tenéis que descubrir El Santet. Es una de las mejores terrazas de Barcelona, y mira al sol y a la muerte de cara: está justo delante del cementerio de Poblenou.
David Bueno, hijo de padres del barrio, dejó el oficio de montador audiovisual para poner un bar. Ha seguido montando cosas: "Todas las piezas del bar están sacadas de fábricas abandonadas del barrio", explica. Una reja industrial, o una barra de hace 70 años: era el mostrador de los directivos de una empresa. Las reunió haciendo localizaciones para publicidad y clips.
La estructura del local es de lo más curioso: unió un almacén y unos bajos que eran una vivienda. El resultado es una barra comprimida que lleva a una salita llena de luz, pegada a la terraza despampanante y decorada con una estética de reciclaje que se escapa de los locales en serie de madera cruda.
Bueno no tiene pretensiones ni orgullo desmedido, pero sí la conciencia de disfrutar de una situación privilegiada y el convencimiento de hacerlo bien en la cocina. Vivió cinco años en el País Vasco, y quiere aprovechar la experiencia en un menú diario en el que mande la cuchara: "En el norte puedes dar por garantizada la buena comida popular. Entras en un bar de menú con los ojos cerrados. Esto aquí no pasa".
La cocina de El Santet es exigua, pero les permite hacer platos de cuchara y guisos de lo más buenos: como, por ejemplo, una sepia con patatas, suquet de pescado o caldereta de cordero. Como las casas de comidas de antes, te sirven un caldo de cortesía y luego primero y segundo. Y sobre todo el milagro de El Santet es que pone en juego una carta de tapas, conservas y bocadillos calientes (¡bocata de capipota hecho con pan de coca!) Que no descubren nada, pero son de calidad óptima y se pueden pedir ininterrumpidamente hasta que cierra la cocina, hasta la una de la madrugada.