Fue en 1897 cuando Pere Romeu y los pintores Santiago Rusiñol, Ramon Casas y Miquel Utrillo abrieron los 4 Gats a imagen y semejanza del cabaret Le Chat Noir de París en los bajos de la Casa Martí, edificio modernista de Josep Puig i Cadafalch (1896). Rápidamente, se convirtió en un punto de reunión del talento cultural de esos tiempos y centro ideológico de la vanguardia artística. Por su sala y sus tenedores, pasaron, entre otros ilustres personajes, Gaudí, Albéniz, Enric Granados y un joven Picasso, que creó la imagen de la carta.
Este icono del Gòtic quizás ya no sea un punto clave en la escena creativa de este país, pero sí que ha conseguido mantener la identidad en la zona cero del turismo. Por un lado, gracias al inmaculado mantenimiento de su valioso patrimonio modernista. Por otro, mediante una carta de cocina catalana con una modernización prudente y producto de alto nivel, llena de pescado fresco, arroces y platos que hablan de la cultura catalana: buñuelos de bacalao, esqueixada, mar y montaña...

