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El suntuoso palacete del Eixample que alojó Rilke y Beltxenea ahora es JOK. El acrónimo del periodista Joan Maria Pou, el empresario Oriol Badia y Kim Díaz como asesor (Bar Mut) es “un proyecto de factoría cultural con conciertos, presentaciones de libros, charlas, monólogos... que queremos financiar con un buen restaurante y una buena coctelería”, explica Pou. “Si dependes de los clics o la financiación pública, tienes unos límites. Y queremos decidir qué hacemos y qué no hacemos”, prosigue.
Elegancia burguesa, cero bling-bling (no es estilo Neymar): JOK tiene un muy afinado restaurante de cocina catalana con la chef Olga Sternari a la cabeza y donde se nota la mano de Díaz: la fórmula de mediodía es un menú desordenado – elige dos platos entre diez– con agua, postre y café por 30 euros.
Éxitos catalanes con algún acento afrancesado (¡Sternari viene de Joël Robuchon!) producto top y mucha temporada. La fideuá es sustanciosa, con la potencia de un buen fumet, aligerada con dados de merluza fresca, y los canelones son todo lo que puedes pedir a un canelón (trufado). La coctelería funciona del mediodía a las tres y media de la madrugada, “con la posibilidad de hacer un pica-pica fuera de horas de alta calidad”, dice Pou. Y siempre te preguntarán si desea empezar con un cóctel. Aspirando a dandi sagarriano, agarra cóctel y cogorza, y pasea el copazo por los salones aterciopelados.