Situado en una esquinita de Marià Aguiló con Ramón Turró, La Esquineta es un pequeño obrador-tienda de pizzas, bocadillos y rolls de precios muy ajustados y buena calidad, que planta cara a todos esos sitios avariciosos que aspiran a clavarte siete euros y medio por una porción cuadrada de pizza. Se definen como comida rápida hecha artesanalmente, y no hay trampa en la definición: mientras haces el pedido y haces cola –que suele haberla– verás el obrador donde amasan el pan de pizzas y bocadillos.
Tienen tres líneas: los bocadillos camperos –plancheados, con pan de mollete, pollo, ternera o cerdo guisados a fuego lento, tomate seco, queso grana padano, mayonesa y lechuga, también en versión vegetariana–; porciones de pizza de masa gruesa y bien alveolada, signo inequívoco de una buena fermentación; y los rolls de la casa. Estos últimos son un éxito, sobre todo el vegetariano: dos enormes rectángulos de pan casero, rellenos de falafel de remolacha, cogollo de lechuga, cebolla, tomates, pepinos y salsa de yogur vegana (también los encontrarás en muchas otras versiones, claro). Los pokés no están mal, pero aquí lo que cruje y conquista son las elaboraciones hechas con el pan de la casa. Por un billete de diez euros, te llevas tu caprichazo y tienes una buena noche de sofá y tele (también puedes comer en la barra).