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Xiringuito Girona

Los mejores chiringuitos de la Costa Brava

Comer con los pies en la arena de la playa es tentar a la suerte y a llevarnos una clavada épica: si seguís esta lista, la buena comida frente al mar está asegurada

Escrito por
Esperança Padilla
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Ya sean de chiringuito o de bar 'brick and morter', no hay nada más imprescindible durante un día de playa que unos calamares a la romana o unos mejillones a la marinera. El problema es que en nuestras costas abundan lugares dirigidos por desaprensivos donde os dejaréis la paga extra de junio en unas cuantas tiras de goma rebozadas y unas almejas que gritan diarrea desde el plato. Nos hemos tomado de forma personal que esto no nos pase nunca más, y hemos empezado una lista donde no están todos los que son, pero sí destacamos algunos de los mejores sitios para comer unas tapas durante un día de playa o, incluso, en un soleado mediodía de invierno.

Xiringuito Canyelles

Xiringuito Canyelles

La última gran cala de Lloret antes de llegar a Tossa es también una de las playas más chics del municipio, y el chiringuito que encontramos en verano no podía más que estar a la altura. Un pequeño puerto náutico lleno de embarcaciones de ocio marca la pauta y las grandes casas de los alrededores de la playa, compradas en gran parte por turistas rusos, han hecho elevar todavía más el caché de esta pequeña Saint Tropez. En el puerto encontramos un poco de oferta gastronómica disponible durante casi todo el año, pero es a partir de San Juan cuando encontramos el chiringuito, donde sobresalen las ensaladas frescas y los batidos y zumos de frutas naturales. Como no podía ser de otra manera en un sitio tan lleno de gente guapa, también hacen unos excelentes cafés frappés. 

Platja Cala Canyelles s/n. Lloret de Mar. De lu. a do., de 9 a 24 h

El Corsari

El Corsari

El bar por excelencia de los guixolenses a la hora de hacer el aperitivo está excavado en una roca y es, de hecho, una cueva. No sufráis si tenéis claustrofobia, pues la terraza es amplia y acogedora, resguardada con plásticos y estufas en invierno –en noviembre cierran, eso sí– y protegida del sol en verano. La clientela, una alegre mezcla de locales y foráneos con un claro predominio de los primeros, es atendida por camareros de profesionalidad contrastada y humor a prueba de preguntas como si las bravas pican. Por cierto, las bravas del Corsari es algo que todo guixolense añora en caso de emigrar. Yo de vosotros no me las perdería, como tampoco los bocadillos americanos y, como no, los calamares a la romana. Sin embargo, el café es mejorable. Pero se lo perdonamos. 

Cristòfol Colom, 1. Sant Feliu de Guíxols. De ma. a do., de 8 a 3 h

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Hostal Sa Tuna

Hostal Sa Tuna

Sí, está muy bien comer unas tapas por poco dinero, pero alguna vez en la vida también nos tendremos que dar un lujo. Y, por qué no, este lujo podría tener la forma de una comida o una cena en el Hostal Sa Tuna. Este pequeño hotel de solo cinco habitaciones acoge un restaurante que abre hacia mediados de abril y que es un absoluto escándalo en el buen sentido de la palabra. Al encanto de comer casi con los pies dentro del agua y al abrigo de una cala tan perfectamente bonita que podría ser de cartón piedra, se le suman unos platos de alta cocina donde se mezcla, en cantidades perfectamente medidas y equilibradas, la tradición de la cocina de pescadores, tan arraigada en estas calas, y la vanguardia en técnica gastronómica. Es carillo, no nos esconderemos, pero también único; y en la carta señalan los platos aptos para celíacos o vegetarianos y disponen de pan sin gluten.

Paseo Ancora, 6. Begur. El hotel abre desde principios de marzo a finales de septiembre. El restaurante desde mediados de abril

El Toc al Mar

El Toc al Mar

Tiene todo el aspecto y de hecho lo es: aquí tenéis un auténtico chiringuito de playa, con sus plásticos y sus sillas metálicas y alojado en una antigua barraca de pescadores. Está en la playa de Aiguablava, muy bonita pero también tremendamente frecuentada en verano, y no solo por la calidad de sus aguas sino que no jugamos lo que queráis que muchos llegan siguiendo el aroma de la madera de encina que quema en el horno de la barraca, y que sirve para hacer a la brasa los pescados del día de las barcas de Begur o arroces de receta antigua y sin concesiones. No es barato, y hay que ir con cuidado a la hora de pedir el pescado porque el precio es según el peso de la pieza; no dudéis en hacer que os la pesen y después decidid. Lo que nos roba el corazón es que tienen el maravilloso detalle de llevarte al arroz hasta el pequeño puerto deportivo de Aiguablava para que puedas disfrutarlo sin bajar de la barca.

Playa de Aiguablava, 6. Begur. Desde Semana Santa hasta mediados de octubre, abre cada día, para comer y cenar

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Xiringuito de Cala Jóncols

Xiringuito de Cala Jóncols

Si hubiera un ranking mundial de chiringuitos, este estaría en los puestos de honor. Y es que, quizá, y sin ánimo de ofender sensibilidades, estamos delante del hotel de playa perfecto. Una casa modesta que a penas destaca en medio del paisaje lunar del Cap de Creus, rodeada de pinos y olivos, alejada del mundo y sin cobertura de móvil: incluso hay pocos televisores, ¿quién los necesita? Para completar el cuadro tenemos tres generaciones de una misma familia que se hacen cargo y se prestan –habiendo una abuela, no podría ser de otra manera– a hacer otro plato si no te gusta el menú del día. Pero nuestro tema es el chiringuito: funciona desde 1981, entre los meses de junio y septiembre aproximadamente, y es chic sin pasarse, tiene 'groove' sin ser un antro de modernillos y mantiene un punto de sitio de picnic en familia que le acaba de dar el toque. Los viernes y sábados de verano hay DJ y música en vivo. Hay que conducir por un camino de cabras para llegar y, sobre todo, no utilicéis el GPS porque os perderéis; pero vale la pena. Mucho.

Restaurante del Cap de Creus

Restaurante del Cap de Creus

No lo podemos dejar de recomendar porque al fin del mundo, sobre todo si está a menos de dos horas en coche de casa, se tiene que ir al menos una vez en la vida; pero os explicaremos cuatro precauciones para que la experiencia sea lo más exitosa posible. Hace 25 años que un biólogo británico se enamoró de esta antigua caserna de la Guardia Civil y montó un restaurante con unas cuantas habitaciones para alquilar que con el paso de los años ha adquirido la categoría de mito, sobre todo por las fiestas de Fin de Año y porque se puede ir en pleno invierno a pelearse con la tramontana a pecho descubierto. Pero nos llegan algunas voces de que el local, de clara vocación bohemia, necesita alguna reforma y que en temporada alta las esperas para ser servido son largas. Ningún problema porque solo por ir a sentarse y mirar el infinito vale la pena cogerse fiesta un martes de febrero. Abrigaos, eso sí.

Faro del Cap de Creus. Cadaqués. Abierto todos los días del año, de 10 a 23 h. Vi. y sá., hasta medianoche

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