¿Sombreros de mariachis? No. ¿Rancheras en el hilo musical? No. ¿Paredes pintadas de colores kahlonins? Tampoco. El Puerto Escondido no es un restaurante-postal mexicano; es un restaurante mexicano real y contemporáneo. Aquí no se comen 'nachos', sino 'totopos'; nada de claras, sólo 'micheladas'; y ni rastro de salsas envasadas ni de tortillas industriales porque lo hace todo desde cero. Elena y Herme se han empeñado en demostrarnos que una cosa es la comida estereotipada tex-mex y la otra la variadísima cocina regional mexicana.
Como son del estado costero de Oaxaca, aquí encontrará platos comunes en todo el país (ceviche, enchiladas, tacos) y platos específicos de su región; ensalada de 'jitomate' con paté de chapulines, quesadilla morada de flor de calabaza, sopa de marisco y pavo con 'mole negro'. En un establecimiento oaxaqueño no puede faltar el mezcal; el suyo es de la casa La Medida. Con el margarita de mezcal con tamarindo entenderéis de donde viene la fiebre mundial por este destilado. Elena le pone la misma paciencia y minuciosidad los platos principales que a los postres; tarde dos días a hacer su pastel de Tres Leches. No te lo pierdas. Y por el amor de la virgen de Guadalupe, no te pierdas tampoco su menú de mediodía.