Si contamos con unos caldos que han pasado diez horas haciéndose a fuego lento y con una pasta preparada artesanalmente, ya tenemos una idea que aquí comeremos buen ramen. Sigue siendo uno de los mejores lugares de la ciudad para comer, sin duda.
Encontramos sólo las tres recetas clásicas: de soja (con un caldo hecho de pollo y cerdo, con salsa de soja), de miso (lo mismo con miso en lugar de soja) y de marisco. Los fideos, de producción artesanal (veréis la máquina al final de la barra), son una maravilla: los puedes poner en el plato y apretarlos con el palito y sueltan caldo y, al mismo tiempo, se mantienen elásticos. Las gyozas (empanadillas) y los onigiris (los triángulos de arroz con alga nori) acaban de completar la carta.