[title]
Podéis entrar aquí a la una de la madrugada y seréis servidos. Primitivismo bien entendido: contra el código QR, dos pizarras enormes que se divisan desde todo el local. Jordi Bernús, el chef, manipula una 'robata', brasa japonesa, de la que salen maravillas como un bocadillo de toro -ventresca de atún- con mayonesa de kimchi y shiitake. ¡Es un bocata de sashimi! "En este [bocadillo] solo llevan parrilla las setas, pero la filosofía no ha cambiado: dar un toque de brasa cada plato", explica el chef. Pasó años cocinando para la jet-set de países musulmanes y quizás por eso hace cerdadas de alto nivel gastro. A ritmo de Megadeth, aferrado a la focaccia de un generoso bocadillo de papada de cerdo con 'achiote' y lechuga, valoro el contraste perfecto de la parte tostada y la melosa de la papada, crujiente y de sabores inseparables. El paladar me hace un delicioso 'headbanging'. Para acompañar los siete bocadillos (veganos, no se olvidan de vosotros), una escalivada recién hecha, patatas fritas, la cerveza de la casa, y a correr. Simplicidad brutal.