El concepto de restaurante aquí (y en China popular) nació al abrigo de los hoteles. Y siempre da gusto descubrir un restaurante de hotel que, por entidad y personalidad, recuerdas sin el complemento nominal. El Sintonia del Gallery Hotel cuesta de olvidar. Porque, como dice el lema rancio, todo son ventajas.
"¿Una democratización de la alta cocina? Esta es la idea. Sin ser un gastronómico queremos hacer una propuesta diferente, nada encorsetada, tener una carta de lujo pero sin los artículos de gran lujo ", explica el chef Pablo Tomás. Para empezar porque Tomás, cuando se lo preguntan, se sacude los tópicos diciendo que hace una cocina "de cocinar. De guisar, actualizada, pero con una base sólida ". Voluntad que se percibe en unas albóndigas con sepia -con tallarines hechas del cefalòpodo- o en un impecable y clásico arroz seco de pescado donde se hacen evidentes los tiempos, dinero y caldo empleados. Tomás -con mili en Arzak, elBulli y el Drolma- también tiene un saludable espíritu juguetón que sobresale en un platillo de trampantojo que es un platazo: el brazo de gitano ruso, que aglutina rollito de patata, ensalada rusa y causa limeña. ¿Más ventajas?
Pues que una carta que va de los 8 a los 45 euros el plato tenemos esta opción al mediodía: sumar cinco euros a cualquier plato, y ya tienes una guarnición (sopa del día, ensalada, verduras a la brasa o patatas fritas) más una copa de buen vino y un postre. "Por 25 euros te calzas un filete con todo y comes en una hora", dice Tomás. ¿Todavía más ventajas? Cocina ininterrumpida y no doblan turnos. Cuando quieras, puedes ir con dos amigotes y merendarte un pantagruélico y delirantemente meloso jarrete de ternera (¡sobremesa en un bar con 70 referencias de escocés!). Sólo me queda una ventaja por enumerar: el menúdegustación son ocho pasos a 39 euros (con todo incluido!). Su única desventaja es la ausencia de su tartar de vaca vieja, finalizado en la mesa en una cabeza de buey de bronze. Fichad.