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La mano del chef Jordi Vilà ha vuelto a colocar este pequeño restaurante de mucha historia en un nivel elevado y es un punto de referencia de la buena cocina, con una carta en la que destacan tapas y raciones de gran calidad a precios asequibles. Es difícil pronunciarse por algunos platos, ya que el alud creador de Vilà pone las cosas difíciles. Además, tiene una terraza interior muy agradable, ideal para noches de primavera, verano y otoño. Esqueixada de bacalao, fricandó con trompetas de la muerte o canelones de pollo con bechamel son algunos de los clásicos. Y que no se le olvide pedir sus sublimes bravas para ir haciendo boca.