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Nota del catador de aves: la trazabilidad que puedo establecer en el Yummy Fried Chicken no va más allá de la bandeja del súper. Ahora bien, comer en este restaurante de pollo coreano es toda una experiencia: entras en un universo de anime y fritura pop. Félix, el cocinero y propietario, me cuenta que es chino, pero del noreste de China, frontera con Corea, “y compartimos la misma cultura gastronómica: el pollo frito coreano tiene muchas salsas y marinados, y aquí se las encontrarás todas”.
Está especialmente orgulloso del hit de la carta: el pollo frito en nueve cuadrados, una especie de 'bento' con doce piezas de pollo (19,95 euros). Un juego de la oca indulgente y glotón, donde saltará –¡es para dos, chapuzón!– por casillas como el ollo frito aliñado con cheddar en polvo, el de salsa de ajo y soja, el clásico coreano, el picante agridulce, l rebozado con mostaza y miel... ¡El pollo frito con salsa de yogur y peta zetas! Eso sí que es una frontera final, y no la de Star Trek. Y una rareza creativa que solo encontrará aquí: 'hot pot' de pollo frito!