De: Roland Schimmelpfenning. Dir: Moisès Maicas. Con: Mingo Ràfols, Òscar Molina, Clara del Ruste, Bàrbar Roig, Oriol Casas.
¿Qué le queda a un personaje cuando su cara no se corresponde con lo que dice? ¿Qué le pasa a un inmigrante que tiene un dolor de muelas insoportable en Occidente, sin papeles, sin familia, sin nada? Después de salir de ver la obra del dramaturgo alemán Roland Schimmelpfennig intuimos una respuesta que nos remueve el estómago hasta que llegamos a casa, porque hemos asistido a un brillante ejercicio formal con un tema dramático de fondo.
La obra nos habla de la inmigración ilegal a través de un caso que vemos ante nuestros ojos, un joven chino a quien llaman Esquitx. Y trata a la vez el mismo tema de la fábula de la hormiga y la cigarra, con una convertida en proxeneta y la otra en puta low cost.
Moisès Maicas dirige a cinco actores (Oriol Casals, Òscar Molina, Mingo Ràfols, Bàrbara Roig y Clara del Ruste) que hacen lo que no parecen y crean hasta siete espacios diferentes sólo con su cuerpo. Captamos la cocina del restaurante vietnamita, chino y tailandés El Drac d’Or, el comedor, el súper de al lado, y diferentes pisos del edificio que alberga el local que da título a la pieza. Los occidentales expresan sus deseos. Los inmigrantes resuelven los problemas inmediatos y no miran atrás, a la espera de un destino fatal. Los unos son los otros. Los otros, los unos. Pero queda el relato, la historia, el desenlace del cual es brutal.