La alemana Sasha Waltz es, sin duda, la coreógrafa más decisiva del siglo XXI. Extrovertida, espasmódica, genial. Sus creaciones siempre pasaron por delante. Pero ahora ha decidido mirar atrás y fijarse en 'In C', de Terry Riley, estrenada en 1964 y considerada la primera obra de música minimalista. A su alrededor, ha creado una pieza para una decena de bailarines en la que reproducen 53 fases musicales que se leen como pautas escénicas para los músicos.
Aquí, además, nada está fijado. La coreógrafa y sus bailarines han desarrollado un material coreográfico que sigue una estructura variable similar a la composición y que la deja abierta siempre. La propia Waltz dice que "la longitud de la pieza es siempre variable, como también lo es el número de músicos y bailarines". Y añade: "'In C es un sistema dinámico y modular que en época de pandemia sigue siendo adaptable'".