Quizá no hay nada más difícil que hacer teatro con la normalidad. Aunque tener un viejo Seat 600 en medio del salón de casa puede parecer lo contrario. Pero este “elefante blanco” es el elemento catalizador para explicar una historia corriente: cómo gestionar la ausencia de un ser querido. Ese coche, símbolo de libertad en medio de una dictadura, objeto aspiracional de la clase media española, ocupa el centro del hogar, como en su día una madre lo fue para su marido y sus dos hijas.
Pere Riera, excelente dialoguista, usa las emociones sin amplificador trágico como motor único de 'La dona del 600'. Es fácil imaginarse la catástrofe dramática de esta propuesta en manos de otro autor con menos talento. Pero Riera, que también firma la dirección de escena, encuentra un notable equilibrio entre la comedia y el drama, administrando con tiento todos aquellos elementos que añaden complejidad a la psique y los conflictos de los personajes.
Aunque parezca que no aporta nada nuevo a las tramas en torno a las crisis familiares, la obra está tan bien construida y los personajes tan naturales en sus argumentos -un mérito compartido con un muy buen reparto- que acaba por convencer emocionalmente al público.
Autoría y dirección: Pere Riera. Intérpretes: Mercè Sampietro, Àngels Gonyalons, Jordi Banacolocha, Victòria Pagès, Pep Planas.