

Cost de vida
Hay una escena de 'Cost de vida' que el espectador tardará en olvidar. Ani (Anna Sahun) está en la bañera, algo incómoda al principio, a merced de Eddie (Julio Manrique), su exmarido, que le frota los brazos mientras hablan de lo que querrían hacer para el cumpleaños de ella, que será pronto. Sabemos, porque así comienza la obra, que Ani no llegará a la fiesta, que morirá antes. Ambos actores se miran, sonríen, se reencuentran. Él se largó cuando ella sufrió un accidente que la dejó tetrapléjica, pero ha decidido volver. En la bañera, veremos algo más que un cuidador que limpia y una mujer impedida que se deja hacer. Magistral. Una fábula urbana La obra de la estadounidense Martyna Majok es una fábula urbana sobre la soledad y la necesidad que tenemos de cuidarnos unos a otros. Mantiene dos acciones paralelas, la de Ani y Eddie, y la de Jess (Katrin Vankova) y John (Pau Roca), una joven que cuida a un hombre rico con parálisis cerebral. Dos historias muy distintas que acaban convergiendo. Es notable el esfuerzo de Roca por transformarse. Y el de Vankova, todo un descubrimiento, para bajar la cabeza. Ambas parejas pasan de la frialdad al calor, con una parte que quiere ayudar a la otra. Uno, Eddie, lo hace porque quiere, quizá porque está arrepentido. La otra, Jess, por dinero. Y en ambos casos existe la necesidad de entender al otro, de acercarse a él, incluso un poco demasiado. Sahun, mayestática, ofrece lecciones de expresión y de modulación vocal, de una rabia que no tiene