El cuento de Dostoyevski 'Manyaga', que Oriol Broggi ha rebautizado como 'Orgull', es una pequeña obra maestra sobre la vileza de los hombres, sobre cómo un macho maduro y envilecido puede destruir la vida de una chica con solo una personalidad arrolladora. El relato comienza con el marido, la voz única, que contempla el cadáver de su joven esposa tumbado sobre la mesa del comedor de casa. Andreu Benito, en la adaptación que ha hecho Broggi en la Biblioteca de Catalunya, hará casi toda la función sentado en un sillón, mientras nos cuenta por qué la mujer está donde está.
Benito nos seduce solo con la voz y algún gesto. Tiene el reto de hacer como Winnie de 'Los días felices' de Samuel Beckett. Ella estaba literalmente enterrada. Él está hundido. No sé quién decía que, en referencia a Winnie, solo una mujer puede vivir enterrada hasta el cuello y seguir sonriendo. Ahora, después de ver 'Orgull', podemos añadir que solo un hombre puede llorar después de llevar a la muerte a su mujer y seguir viviendo. Continuar existiendo y esperar a que el público se apiade de ti.
Pasamos los 75 minutos de función con el corazón encogido, vibrando con un actor que sabe transmitirnos como nadie las emociones de un personaje contradictorio y devastado, un prestamista al que el orgullo le llevó a empujar al vacío a la esposa. No ahorrará ningún detalle y Benito sabrá mirarnos a los ojos implorando clemencia. ¿Le podemos perdonar?
Broggi, en su primera colaboración con el actor, ha tirado de sencillez en la puesta en escena, una simplicidad reforzada por el lugar mismo de la representación y una iluminación dramática. Todo al servicio de Benito y su historia.