

La nit del peix Kiwi
A Josep Julien le gusta la carretera. En 'Bonobo' (TNC) se inventaba una 'road movie' trepidante con los atentados de Barcelona como trasfondo para hablarnos de una crisis de identidad. En 'La nit del peix kiwi' coge un actor en horas bajísimas (trabaja en la grúa municipal), que también huirá en coche. Si entonces el viaje era hacia el sur, ahora es hacia el norte. En ambos casos, además, una chica de fuera y en situación de peligro acompaña al protagonista. 'La nit del peix kiwi', pese a coincidir formalmente, poco tiene que ver con 'Bonobo'. Lo que hay en Flyhard es un retrato alocado, y no por ello menos veraz, de alguien que sabe muy bien de qué va a intentar salir adelante como actor en Barcelona. Julien ha estado en mil batallas y, como dramaturgo, no podía decepcionarnos cuando se trata de retratar a alguien de su generación que ha visto cómo el tren se marchaba sin él. A veces, para que pasen cosas, debes perder la cabeza Todo comienza con nuestro protagonista yendo a comprar una pecera para su novia. Lo hace porque quiere tenerla contenta y porque parece que el viento sopla de cara (le han prometido un trabajo en una telenovela de TV3). Pero, de repente, se encuentra sin ningún proyecto de presente ni futuro. Y empieza a odiar el acuario y los cinco peces kiwi que hay dentro. Una noche, en la que ella cocina y él ve la tele, se levanta y va directo a la pecera. Coge uno de los peces y lo deja morir. Ahí, en ese momento, sabe que ha dado un salto al vacío. Es el inic