Pasan los años pero hay cosas que no cambian. Aquella Aquí no paga ni Dios que Dario Fo escribió en 1974 con una indignación tan radical como la que vivimos ahora, sigue vigente tanto en la parte más teatral, más cómica, como en el revulsivo político, la llamada a la revuelta que hay detrás. Revisada hace unos años por el Nobel de Literatura y adaptada con su autorización al contexto catalán y ibérico por el director Carles Fernández Giua, Si no ens paguen, no paguem es una de esas funciones que no se pueden dejar perder porque devuelve al teatro su capacidad de incidir en el contexto socioeconómico.
Que el sistema falla y que necesitamos una limpieza profunda no lo piensan sólo los indignados, sino la gran mayoría de ciudadanos que tienen los ojos abiertos. Un mosso de esquadra haciendo el discurso de los indignados, un policía nacional preñado por el milagro de Santa Eulàlia y una revuelta necesaria son las perlas de esta comedia que el director ha resuelto con buena factura, sin banalizar el trasfondo y con la resolución inteligente de escenas muy difíciles como la de la persecución. Entre los intérpretes cabe destacar la vitalidad y comicidad de Marta Montiel, el irónico puesto "socialista de orden" de Elies Barberà y el polifacético Arnau Marin que se encarga de todos los policías y del abuelo. Y al final, cuando los protagonistas salen para añadirse a los disturbios, la cuestión queda en el aire: La revuelta linda la violencia pero, ¿tenemos otra solución?