Le congrès ne marche pas
La Calòrica no tiene techo. En cada nuevo espectáculo suben un escalón. Apuntan muy alto. Y, como aquellos atletas que se ponen piedras en la mochila para correr más, han decidido levantar un espectáculo de hora y media en francés, con pinceladas de ruso, inglés y alemán (con subtítulos en catalán). Tiene su lógica: hablan del Congreso de Viena de 1814, donde, tras la primera derrota de Napoleón, las potencias europeas se reunieron para repartirse el continente y entonces la lengua franca era el francés. El único que no lo sabe hablar, ejem, es el embajador español, al que, obviamente, despachan pronto para que haga un inútil censo de los ríos navegables. La obra, por encima de todo, habla del liberalismo y de la aparente inmutabilidad de las cosas Si se dedicaran a las trilogías, 'Le congrès ne marche pas' podría ser la tercera parte de una especie de compendio sobre el origen del mundo de hoy, puesto en marcha con la versión de Aristófanes de 'Els ocells' (la democracia, 2019), continuado con 'De què parlem mentre no parlem de tota aquesta merda' (el cambio climático, 2021) y rematado con la obra actual, que, por encima de todo, habla del liberalismo y de la aparente inmutabilidad de las cosas. Porque los asistentes al cónclave de Viena, 25 años después de la Revolución Francesa y del paso por la guillotina de Luis XVI, todavía creían que el mundo no había cambiado, todavía creían que estaban allí por la gracia de Dios, y que el pueblo tenía que aguantar sus excesos.Joan Ya