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Tots eren fills meus

  • Teatro, Drama
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  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

5 de 5 estrellas

David Selvas se gradúa con matrícula como director de escena con esta obra de Arthur Miller donde nada sobra ni nada falta

La última frase de 'Tots eren fills meus' la susurra Kate (Emma Vilarasau), la madre: “No, hijo, no. No es culpa tuya. Olvídate. Vive”. Le dice a Chris (Eduardo Lloveras), su hijo mayor. En diez minutos, su pasado, presente y esperanzas han saltado por los aires. Como las grandes obras clásicas, todo se acaba sabiendo y todo pasa factura. Y esta pieza de Arthur Miller de aires chejovianos, con el punto moralista norteamericano, no es una excepción. Una obra inmensa, solo al alcance de un gran equipo, que es el que ha montado David Selvas para su segundo estreno en el Lliure, después de aquel 'Àngels a América' un poco desafortunado.

Como las grandes obras clásicas, todo se acaba sabiendo y todo pasa factura

La obra de Miller es coral, pero el padre, Joe (Jordi Bosch), es el auténtico protagonista. Un hombre de apariencia bondadosa, que lo ha dado todo por la familia, que lo ha hecho todo por los hijos, por los vecinos, por el pueblo. Y que, después de pasar una temporada en la prisión por haber vendido piezas defectuosas al ejército durante la II Guerra Mundial, ha conseguido salir adelante, mientras su socio, el padre de Anne (Clàudia Benito), prometida de su hijo pequeño desaparecido, se pudre en una celda.

Acostumbrados a ver a Bosch en papeles cómicos, aquí está descomunal, abrazando la escena, el jardín de casa de los Keller, llenando cada rincón, incluso los cerebros de todos los personajes. Si no conocemos la obra, llegamos a pensar que se saldrá con la suya. Los manantiales no perdonan, no. Y, como decía Chéjov, si muestras una pistola en el primer acto, en el último se tiene que disparar.

'Tots eren fills meus' es un desafío para los intérpretes, una montaña rusa emocional que no deja descansar. Bosch juega a la tibieza, como Benito. Vilarasau al desgarro, con Lloveras. Con unos secundarios que nunca los pierden de vista. Es un placer, por ejemplo, observar como las dos actrices miran totalmente enchufadas como Joe y Chris discuten, como el hermano de Anne, George (Quim Àvila), entra sulfurado en escena y entre todos lo reducen a un peluche, en una coreografía de palabras y movimientos perfecta.

Con Miller ha levantado una obra compacta, de un simbolismo nítido, donde nada sobra ni nada falta.

Es muy extraño ver en nuestra cartelera un montaje que presente tres generaciones de actores y actrices. Selvas ha conseguido hacerlo en el Lliure, en la que es, sin duda, su graduación con matrícula como director de escena. Hace una década que empezó, colgando casi los hábitos de intérprete. Con Miller ha levantado una obra compacta, de un simbolismo nítido, donde nada sobra ni nada falta. Un texto sobre la decepción, la de los hijos que querían un mundo mejor después de combatir a la muerte en las trincheras, y la de los padres que deseaban un futuro próspero sin pasado para sus herederos.

Escrito por
Andreu Gomila

Detalles

Dirección
Precio
10-29 €
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