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© Maria PujolEntre Latas

La lata ya no es aburrida: tiendas de conservas en Barcelona

Siempre han estado en la despensa, pero ahora, además, hay un montón de empresas que apuestan por un concepto renovado de la latas. Y en Barcelona tenemos muy buenas direcciones donde comprarlas

María José Gómez
Escrito por
María José Gómez
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En 1962 Andy Warhol convirtió la cotidiana sopa Campbell en un objeto de arte, pero es en el siglo XXI cuando la lata se está convirtiendo en un objeto de veneración pop. Cada vez hay más empresas que cuidan tanto el contenido, con propuestas originales y gourmets, como el contenedor, con latas y embalajes que pueden convertirse perfectamente en objetos decorativos. El fenómenos es internacional: en Londres, la tienda restaurante Tincan, de diseño cuidado, sirve conservas portuguesas y españolas; en Nueva York, la franquicia Maiden Lane ofrece latas de divertidos embalajes en los barrios de East Village y Midtown; en Japón es Mr. Kanso quien reparte conservas de calidad a través de diecisiete tiendas-restaurante distribuidas por todo el país, y si vais a Lisboa, podéis comer comida enlatada en Can the Can.

Aquí también estamos empezando a mirar la lata desde un nuevo ángulo. Siempre nos han gustado y tenemos de mucha calidad, en buena parte por nuestra pasión por el vermut, como demuestra desde 1896 la casa Espinaler, con local-degustaciónen Vilassar de Dalt y desde hace un año, también en Tokio. En Poble-sec, el Quimet i Quimet, tan incuestionable en las guías de turismo como la Sagrada Família, hace más de cien años que demuestra que la comida que tiene como base las conservas puede ofrecer grandes experiencias gastronómicas.

Los gourmets barceloneses de bolsillo fuerte siempre han tenido direcciones de referencia cuando se trata de comprarlas, como el Colmado Quílez y la Vila Viniteca, donde se pueden comprar latas con mejillones grandes como puños, espárragos con tallos elefantiásicos y caviar tan exquisito que casi tienes que hipotecar la casa para conseguir 100 gramos.

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© Roc Herms Pont / Morro Fi

De casa al bar

Una de las señales que nos avisan que algo se está moviendo dentro de la lata es que en los últimos años han levantado la persiana en Barcelona un buen número de bares que la tienen como protagonista de la carta. Uno de los pioneros de esta nueva hornada fue el Morro Fi, la aventura de unos blogueros enamorados de los bares de toda la vida que decidieron abrir en 2010 un pequeño local en Consell de Cent con Borrell donde poner en práctica toda la teoría que habían acumulado sobre lo que debe ser un buen bar.

La idea resultó ser estupenda, y ahora predican su religión de vermut y conservas de calidad desde tres espacios más. La novedad del Morro Fi es que no se conformaron con seleccionar los productos que más les gustaban para su carta si no que las enlatan en una línea propia que se puede comprar en cualquiera de los cuatro locales –Morro Fi, Mitja Vida, Dalt de Tot (Saragossa, 66) y el local que tienen en la Illa Diagonal– y también a través de su página web. Con un envoltorio sencillo y moderno, tienen todos los clásicos del aperitivo: berberechos, olivas, mejillones, navajas, calamares, almejas... Y vermut, claro.

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Las virtudes de las conservas

Pero, ¿por qué todo este interés? Para Paola Fornasaro, propietaria de Entre Latas, un local que abrió a finales de 2015 para vender solo alimentos enlatados, sobran los motivos para caer rendidos a sus pies: “Es un producto que no caduca, que tiene trazabilidad –se puede saber el origen del alimento, donde se ha procesado y donde se ha envasado–; no necesita refrigeración; es 100% reciclable; es práctico, ya que la gente que no tiene tiempo no ha de renunciar a comer bien, e incluso con un punto sofisticado y diferente, y hay tamaños para todas las necesidades, también para los solteros”.

Toda esta tienda de la calle del Parlament está destinada a venerar la lata: desde la forja de la preciosa puerta de entrada hasta el interior, con un riel elevado de una escalera que recorre todo el espacio y que recuerda ya os podéis imaginar a qué.

© Maria Pujol

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La gran apuesta de Fornasaro por su local ha sido convertirse en el primer establecimiento de Barcelona centrado exclusivamente en los productos enlatados. Las pocas cosas que no están en lata tienen el objetivo de servir de complemento: hay tostaditas y unas pocas pero muy seleccionadas botellas de vino –de Italia, Francia y Portugal–, un vermut –el Sardino, gallego, no lo encontraréis en ningún otro sitio de la ciudad– y cervezas curiosas –como una hecha con agua de mar–, todos ellos parejas de baile de los productos de la tienda. A la hora de escoger, Paola busca los productos típicos de cada país o región, lo mejor que producen y conservan: los ahumados de Dinamarca, conservas de pescado de Portugal, platos de cuchara de la Mancha, marisco de Galicia y así un largo etcétera que viaja por diez puntos geográficos del planeta: de Estados Unidos a Letonia, pasando por México, Alemania y el Reino Unido.

Visitad este local y os convenceréis que la expresión dar la lata, como una cosa aburrida, no es nada acertada. Y que el precio no os asuste: podéis encontrar delicias, como el paté de salmorejo, mejillones ahumados de Portugal y espadines de Letonia por menos de dos euros.

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