La abuela era modista, el abuelo trabajaba con tejidos. Quizá por eso Marta Martí quiso aprender patronaje y costura y cuando decidió casarse, y después de mirar alguna opción, optó por hacerse el vestido con ayuda de su madre y la abuela. El boca a boca, las redes y la prensa han ayudado a consolidar la firma, donde ahora acuden clientes locales y europeas para hacerse el vestido de novia a medida. El resultado es ecléctico –femenino, fresco, sofisticado–pero con sello propio y, por qué no, apuestan para que tengan vida más allá del día de.
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