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Tristan und Isolde
(c) Gran Teatre del Liceu

Un 'Tristan und Isolde' con sello de la Fura dels Baus

Àlex Ollé, miembro fundador de la Fura, estrena en el Liceu de Barcelona su montaje de la mejor y más influyente de las óperas de Richard Wagner, una historia de amor universal con resultados revolucionarios

Time Out en colaboración con el Gran Teatre del Liceu
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En el Liceo, como mínimo, siempre hay una cita anual con Richard Wagner. Puede suceder que en una temporada haya dos óperas del gran maestro alemán, pero la dosis mínima no nos la quita nadie, y después de cinco temporadas en las que hemos disfrutado de un ciclo entero del ‘Anillo de los Nibelungos’ y de ‘El Holandés errante’, ahora es el turno para que los amantes de la ópera nos reencontremos con una de las verdaderas obras maestras de todo el repertorio universal, y en el caso de Wagner probablemente la más compleja de todas sus creaciones. 'Tristan und Isolde' (estrenada en 1865) es la recreación de un mito literario basado en la leyenda del Rey Arturo –una fuente a la que Wagner acudió en tres ocasiones–, y que narra el romance de Tristan, caballero de la mesa redonda, e Isolde, la hija del rey de Irlanda, a quien Tristan debe llevar hasta Gales, donde reina su tío Marke, para ofrecerla como esposa. Durante el viaje en barco, Isolda intenta de quitarse la vida con un veneno, pero traicionada por su sirvienta Brangäne, bebe finalmente el filtro de amor que le hace enamorarse perdidamente de Tristan, un amor tan intenso que se confunde con el deseo de muerte, y que sólo podrá resolverse en el espectacular final de la ópera, cuando Isolde decide volver a su amante, ahora sí, dándose una muerte de amor. Una obra inmortal que, dirigida musicalmente por Josep Pons, y con dirección escénica de Àlex Ollé, se estrenará en el Liceu este 28 de noviembre y permanecerá en cartel hasta el 15 de diciembre. Si quieres motivos para ir a verla, aquí tienes unos cuantos.

5 motivos para no perderse 'Tristan und Isolde' en el Liceo

1. La Fura, ópera con sello propio

Àlex Ollé se formó como director de escena en el seno de La Fura, y allí aprendió a mantener el interés sobre todo lo que pasa en el escenario. Dentro de La Fura, quizás Carlus Padrissa sea más barroco y osado, y Ollé un director más elegante y simbólico, pero esto no significa que su manera de hacer ópera sea conservadora. A principios de este año, ya vimos una producción de Ollé en el Liceo: era la de 'Quartet', una ópera contemporánea en la que se exploraban las raíces de la decadencia moral de occidente, y que tenía como gran recurso escénico una plataforma suspendida gracias a un conjunto de cables. La producción de Tristan und Isolde es un escenario en forma de esfera que refleja muy bien los dos planos del libreto, el puramente textural –la historia de amor– y también el psicológico y simbólico.

2. Hipnosis musical en estado puro

En esta ópera, Wagner sobresalió sobre todo en la arquitectura musical. Tiene uno de los inicios más importantes de la historia de la música occidental –el famoso acorde de Tristan en el preludio al primer acto–, que es el primer ejemplo de un lenguaje tonal armónicamente indeciso y no resuelto, puerta que abre el camino a la música del siglo XX, y algunos momentos mágicos que hacen que se esperen con atención si conoces mínimamente la obra: el dúo de amor en el segundo acto, el cambio de acordes y colores en la orquesta cuando sale el sol –el gran enemigo de la pareja, ya que sólo se pueden amar de noche–, y el final glorioso, el aria de Isolde antes de su suicidio. Cuando 'Tristan und Isolde' se hace como es debido, es una ópera sin rival.

3. Una historia de amor universal

El gran plus de 'Tristan und Isolde' es que es una historia de amor, seguramente la más grande de toda la historia de la ópera, y una de las más complejas y bellas de la literatura universal. Un mito que aún permanece fresco y actual, porque es el del amor hasta las últimas consecuencias, incluso si hay que continuarlo en el otro mundo. Por lo tanto, hay un elemento afectivo con los personajes que nos hace seguir la historia con atención más allá de la larga duración de la ópera y su complejidad musical: es un amor invencible, esforzado, magnético. Si la ópera como expresión artística es una gran colección de las pasiones humanas –venganza, amor, fidelidad, traición, muerte–, 'Tristan und Isolde' las contiene todas en un libreto de una altísima calidad literaria.

4. Las mejores voces wagnerianas de hoy

Los papeles protagonistas de Tristan e Isolde son de gran dificultad para los cantantes: requieren resistencia –son horas y horas cantando con poco descanso–, fuerza –se han de elevar sobre una masa orquestal muy intensa, requieren sutileza psicológica, y además lo deben hacer en alemán. Por si fuera poco, hay un dúo en el segundo acto que los mantiene cantando sin interrupciones durante cerca de 40 minutos. En el caso de Isolde, el reto es monumental, porque la culminación de su personaje son los siete últimos minutos de la ópera, la famosa aria 'Liebestod' [Muerte de amor], que es más o menos fácil con la voz descansada, pero todo un reto cuando llevas más de cuatro horas trabajando. La buena noticia es que las voces de esta producción son de una máxima garantía: la soprano sueca Iréne Theorin será Isolda –ya nos cautivó haciendo el papel de Brunnhilde–, el tenor alemán Stefan Vitke será Tristan –le vimos cantar Siegfried con grandes resultados hace tres años-, y estarán acompañados por las voces veteranas de Alfred Dohmen (Marke) y Sarah Connolly (Brangäne). Mejor, imposible.

5. Josep Pons hila fino con Wagner

Desde que Josep Pons se hizo cargo de la orquesta del Liceo, esta suena cada vez mejor y ha dado un salto cualitativo enorme con el repertorio de Wagner. Josep Pons comenzó a dirigir Wagner en el Liceo con 'El oro del Rin' hace cinco temporadas, y desde entonces debemos reconocer que es un director superlativo que entiende a la perfección la gran densidad armónica de Wagner y sabe mantener la tensión en la orquesta. 'Tristan und Isolde' es una obra complicada en estos aspectos, es una ópera larga y de gran complejidad orquestal, hay que modular muy bien los volúmenes –para que no se derrumben los cantantes y para sostener el equilibrio entre lirismo y fuerza–, y por eso podemos confiar en Pons, porque es un director que hila muy fino con Wagner. Además, conseguirá uno de esos milagros que sólo están al alcance de los buenos directores: que las cuatro (¡cuatro!) horas de 'Tristan und Isolde' pasen volando.

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