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Coves del Toll Moià

Moianès, de las cuevas a los miradores

En la escapada que ahora empezamos disfrutaremos de panorámicas privilegiadas y nos adentraremos en las profundidades de la tierra

Escrito por
Xavier Amat
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Pasaremos un par de días en la comarca del Moianès, donde no nos queremos perder las Cuevas del Toll, en las afueras de la capital, pero tampoco otros lugares de gran interés como el monasterio de Santa María de L’Estany y la mina de la misma población. Un par de miradores nos permitirán afirmar que estamos en un lugar privilegiado de Cataluña, desde donde podemos divisar magníficas estampas desde Montserrat hasta los Pirineos.

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Día 1: los alrededores de Moià

Día 1: los alrededores de Moià

Hay quien, cuando llega a un lugar, busca enseguida un punto alto para situarse. Es lo que haremos nosotros: sólo pisar la comarca subiremos al Mirador de la Creu. Tiene este nombre porque en la cima hay una cruz de hierro que data del año 1900. Para llegar pasaremos por senderos entre jardines rodeados de plantas autóctonas. Las vistas son espectaculares: observamos gran parte del Moianès y también el Montseny, Montserrat, la Mola, el Montcau... Allí mismo tenemos el Jardín Botánico de Cal Riera, con unas 180 especies entre plantas medicinales, árboles frutales, arbustos y verduras de cultivo. El jardín nació en 1999 con una vocación divulgativa y didáctica.

Nos vamos a continuación a uno de los lugares más fantásticos y visitados de la comarca, las Cuevas del Toll. Las exploraciones han demostrado que aquí ya habitaban personas y animales salvajes desde la Prehistoria. Abiertas al público, siempre con visitas guiadas, podremos observar más de un kilómetro de bellas y singulares galerías. El guía nos explicará, entre otras cosas, cómo se descubrieron en época moderna, qué hallazgos se han hecho, qué excavaciones todavía se están llevando a cabo, y cómo, en otros tiempos, por aquí corría al mar. La visita quedará completa entrando en el Museu Arqueològic i Panteològic de Moià, situado en la casa donde nació Rafael Casanova; aquí se muestran muchos de los restos encontrados en las cuevas.

Día 2: L’Estany, mina y monasterio

Día 2: L’Estany, mina y monasterio

La segunda jornada la dedicaremos a descubrir a fondo L’Estany, uno de los municipios más interesantes de la comarca por varios aspectos. Aquí se encuentra una obra de ingeniería espectacular que data del siglo XVIII y que todavía tiene la misma función: sacar el agua de la llanura de la población (he aquí de donde proviene el nombre de L’Estany, el lago). Probablemente cuando había agua en la superficie el paisaje era más bello, pero ésta provocaba enfermedades, y además los monjes del monasterio agustiniano que hay en el lugar necesitaban tierras para cultivar. La solución fue construir una mina de piedra seca que tiene cerca de medio kilómetro de longitud, y a la que hoy podemos acceder. Lo mejor es dirigirse al Centro de Visitantes e informarse de los itinerarios guiados que se llevan a cabo. Está situado en una parte de las antiguas dependencias del monasterio de Santa María de L’Estany, una joya del románico y del que destacan por encima de todo los capiteles de su claustro, 72 en total con escenas bíblicas esculpidas, e iconografías de temática vegetal y heráldica. El monasterio fue fundado en el 1080, y veréis también una notable imagen gótica de la Virgen esculpida en un solo bloque de alabastro.

Acabaremos la escapada al Moianès tal como la hemos empezado: subiendo a un mirador. El de Sant Cugat de Gavadons se encuentra en el término de Collsuspina, y desde él podemos contemplar la Plana de Vic, el Montseny y los Pirineos Orientales. El nombre del mirador viene dado por la iglesia que encontramos allí, de la que se tienen referencias de hace más de mil años, si bien la construcción actual corresponde al siglo XII y ha ido sufriendo considerables modificaciones. A pesar de ello, es muy fotogénica, especialmente por su voluminoso campanario y por el paisaje de fondo. Un lugar hermoso y tranquilo donde finalizar nuestros pasos antes de volver a la rutina.

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