Aunque en la época de los romanos ya había viñedos en la zona de Fuencarral, Hortaleza o Carabanchel, los vinos de Madrid tuvieron que esperar a 1990 para conseguir su propia denominación de origen. Actualmente, 112 marcas riegan toda la Comunidad, que se divide en tres zonas productoras: Arganda, Navalcarnero y San Martín de Valdeiglesias. En apenas un día y sin salir de Madrid, se puede disfrutar de catas de caldos autóctonos, visitar bodegas veteranas o jóvenes u organizar una tarde de 'shopping gourmet' (y también la ola del vino natural).
Si algo es irrenunciable para los hermanos que regentan esta vinoteca es seguir la temporada y buscar los mejores proveedores. Una dirección ineludible para disfrutar de la buena mesa y con una de las bodegas mejor surtidas de la ciudad. A este restaurante se viene a compartir raciones sean de ensaladilla rusa o un suculento guiso. Atentos a los platos fuera de carta. Y qué mejor puerta de entrada a su excelente cocina que su barra.
Uno de los mejores ejemplos de neotaberna. Producto bien seleccionado, ejecutado con destreza y sencillez, etiquetas vinícolas que apetece probar. Embutidos, cazuelas, tostas… Pocas mesas altas y una mesa baja para ocho comensales donde convencerás a tus amigos de que eres un foodie con buenas cartas.
Propaganda: ‘acción y efecto de dar a conocer algo con el fin de atraer adeptos o compradores’. Y si lo dice la RAE, el nombre de este local no podía estar más acertado, pues eso es precisamente de lo que se trata: Mattia Pierantoni, su dueño, es propietario de una distribuidora de vinos internacionales, y qué mejor manera para darlos a conocer a pie de calle que montar una bodega bonita, con una estética de derribo chic (muy de tendencia) y una carta con cositas para picar y tapear que acompañen cada sorbo de vino.
Al cacareado hashtag #Ponzaning, sinónimo de buen producto y ambiente distendido, ha llegado un prometedor y sugerente nuevo inquilino. Su máximo pilar reside en la bodega. Así se autodefinen: el lugar de la gente a la que le gusta la vida, el lugar del vino. Amén. No les vamos a contradecir. Y cumplen. Hay mucha vinoteca por ahí con una oferta muy floja. No es el caso de esta taberna que luce decenas de vinos por copa (más aún en botella) de nuestras más importantes denominaciones y de varios países. Gran fondo.
Esta taberna acaba de cumplir la mayoría de edad con la misma fuerza que con la que empezó. Tiene algo de tradicional y algo de bohemio y su amplia carta de vinos con cientos de referencias de todos los lugares del mundo se combina con una cocina contundente para maridar con cualquiera de sus caldos. Las pochas frescas con foie y morro de ternera pueden regarse con un vino madrileño El Grego o acompañar una ración de queso con un Navaherreros de 2009.
Uno de los ejemplos más logrados de la llamada taberna ilustrada en la ciudad. Tiene una barra rebosante de tapas y raciones y una importante selección de vinos por copa. Al fondo un pequeño comedor permite estirar la visita a platos más elaborados, sin alardes, pero replican con gusto la comida casera.
Yolanda Morán transformó una antigua lechería en una de las mejores tabernas que podemos encontrar en Conde Duque. Manteniendo intacta para de la decoración original, esta vinoteca se ha convertido en toda una referencia para los amantes del vino. Su selección, escogida con mimo entre vinos que intentar hacerse un hueco en el mercado, merece mucho la pena. Si os gusta alguno de sus caldos, podéis comprar también la botella y llevárosla a casa. También organizan catas en castellano y en inglés además de algún que otro concierto. Y nada mejor para maridar una buena copa de vino que alguno de sus quesos artesanales.
Recorriendo el antiguo Madrid de los Austrias se llega a la Posada del León de Oro, un edificio de finales del siglo XIX, atravesado por parte de la Muralla Cristiana del siglo XII, ahora restaurado con las últimas novedades tecnológicas. Su restaurante ofrece una cuidada cocina tradicional aderezada por una amplia carta de vinos, que incluye más de 300 referencias.
Solamente las croquetas son motivo de visita obligada. Pero todos los aperitivos y guisos que cuelgan de su pizarra resultan más que oportunos bien regados con las múltiples opciones por copas que ofrece su bodega. Cocina casera sin florituras, con fondo, sabor y buen producto. El sitio luce una decoración abigarrada, que denota su linaje, sus filias y a la que es fácil cogerle cariño. Por su barra y sus mesas pasa una clientela de lo más heterogénea pero todos acuden sabiendo que el lugar, anclado en un tiempo indeterminado, siempre cotiza alto en una ruta gastronómica por el barrio, entre amigos.
Matritum es el nombre latino para Madrid pero este local tiene una gran variedad de tapas y vinos de todas las regiones de España, principalmente de Cataluña (buenas etiquetas de Penedés). Prueba las gambas all cremat o sus fabulosos canapés como el de cabrales con compota de manzana o el de sobrasada.
Si algo es irrenunciable para los hermanos que regentan esta vinoteca es seguir la temporada y buscar los mejores proveedores. Una dirección ineludible para disfrutar de la buena mesa y con una de las bodegas mejor surtidas de la ciudad. A este restaurante se viene a compartir raciones sean de ensaladilla rusa o un suculento guiso. Atentos a los platos fuera de carta. Y qué mejor puerta de entrada a su excelente cocina que su barra.
Uno de los mejores ejemplos de neotaberna. Producto bien seleccionado, ejecutado con destreza y sencillez, etiquetas vinícolas que apetece probar. Embutidos, cazuelas, tostas… Pocas mesas altas y una mesa baja para ocho comensales donde convencerás a tus amigos de que eres un foodie con buenas cartas.
Propaganda: ‘acción y efecto de dar a conocer algo con el fin de atraer adeptos o compradores’. Y si lo dice la RAE, el nombre de este local no podía estar más acertado, pues eso es precisamente de lo que se trata: Mattia Pierantoni, su dueño, es propietario de una distribuidora de vinos internacionales, y qué mejor manera para darlos a conocer a pie de calle que montar una bodega bonita, con una estética de derribo chic (muy de tendencia) y una carta con cositas para picar y tapear que acompañen cada sorbo de vino.
Al cacareado hashtag #Ponzaning, sinónimo de buen producto y ambiente distendido, ha llegado un prometedor y sugerente nuevo inquilino. Su máximo pilar reside en la bodega. Así se autodefinen: el lugar de la gente a la que le gusta la vida, el lugar del vino. Amén. No les vamos a contradecir. Y cumplen. Hay mucha vinoteca por ahí con una oferta muy floja. No es el caso de esta taberna que luce decenas de vinos por copa (más aún en botella) de nuestras más importantes denominaciones y de varios países. Gran fondo.
Esta taberna acaba de cumplir la mayoría de edad con la misma fuerza que con la que empezó. Tiene algo de tradicional y algo de bohemio y su amplia carta de vinos con cientos de referencias de todos los lugares del mundo se combina con una cocina contundente para maridar con cualquiera de sus caldos. Las pochas frescas con foie y morro de ternera pueden regarse con un vino madrileño El Grego o acompañar una ración de queso con un Navaherreros de 2009.
Uno de los ejemplos más logrados de la llamada taberna ilustrada en la ciudad. Tiene una barra rebosante de tapas y raciones y una importante selección de vinos por copa. Al fondo un pequeño comedor permite estirar la visita a platos más elaborados, sin alardes, pero replican con gusto la comida casera.
Las instalaciones de acero inoxidable quedan muy lejanas de aquella modesta bodega que Miguel Castejón Aguado fundó en 1.959. Desde entonces este espacio ha sufrido varias transformaciones intentando combinar los milagros de la técnica con todo el sabor que ha mantenido durante años la tradición. La visita a su interior incluye la cata de cuatro vinos. Su caldo estrella es el Viñardul Reserva, que ha conquistado al público gracias a su relación calidad-precio.
Juan Diez Bulnes decidió recuperar el sueño de su bisabuelo y plantar sus propias uvas en los viñedos que este inauguró en 1925. El resultado del amor por su propia historia es el vino Cantocuerdas, uno de los siete que esta bodega tiene actualmente en el mercado español. Los visitantes pueden disfrutar de los olores de su viña y de su bodega, eso sí siempre que pidan una cita concertada.
Todo es visitable en la bodega de Gosalbez Orti, desde sus viñedos, para aprender sobre el cultivo ecológico, hasta su bodega, que puede visitarse con cita previa, o una enoteca donde se organizan catas y presentaciones. En la bodega, los más curiosos podrán charlar con su propietario y degustar tres vinos de la casa acompañado de unas tapas por unos 17 euros por persona. Si tiene que comprar un vino, opte por el Qubél Nature.
Es una de las bodegas más jóvenes y humildes de la región. La elegancia y el equilibrio de su vino Fuente Ladrona le hizo merecedor del Premio Viña de Plata 2015. Los fines de semana, es todo un planazo ir a visitar sus bodegas y , además, es económico. Por solo 7 euros por persona se pueden degustar tres vinos y tomar unos aperitivos de acompañamiento mientras charlas animadamente.
Una cueva en Navalcarnero es el punto de partida de la visita a estas bodegas que los abuelos de sus propietarios fundaron en 1940. Entre sus 28 hectáreas de viñedos de uvas garnachas y para tempranillo, poseen también variedades de uva típicamente madrileñas como la negral. Su vino Sedro es lo mejor de su cosecha, extraído de su viñedo más antiguo, para después envejecerlo en barrica de roble.
Situado en plena 'milla de oro', este negocio presume de ser la mayor tienda de vinos de toda Europa. No es para menos, ya que dispone de una superficie de 1.000 m² y una selección de 4.500 caldos de las más selectas denominaciones de origen. Este establecimiento fue, en 1999, el primero del largo catálogo inaugurado por este grupo hostelero, que también cuenta con delegaciones en La Moraleja y Majadahonda. Sus instalaciones incorporan también un concurrido restaurante.
Blancos, tintos, espumosos... Es difícil que esta tienda no satisfaga a los amantes del vino, ya que tiene un gran número de referencias para todos los gustos. También es muy útil cuando vas a organizar una cena con amigos y hay alguno al que no le gustan estos caldos. Sidras, cervezas o refrescos son algunas de las mejores alternativas.
Hasta 1.500 referencias forman la enorme variedad de la Tintorería, que tiene su origen en unos dueños que aman el vino, la originalidad y son muy curiosos. El resultado es una selección que se ordena bajo criterios de viticultura sostenible, variedades autóctonas y sabores profundos. Pero este local es algo más que una tienda de vinos. Es un paseo por los instintos hedonistas más satisfactorios, con caldos llegados de todos los rincones del planeta.
En medio del barrio de Lavapiés hay un modesto rincón para sibaritas del vino, en el que se enmarcan los caldos como piezas de museo. A través de sus estanterías podrás recorrer España, desde vinos de la bodega Marko (del País Vasco) hasta alicantinos o vinos rueda de Castilla y León.
Esta bodega, que ocupa dos locales adyacentes, ofrece una amplia gama de vinos españoles y cervezas y licores de importación -más de 4.000 en total-, junto a un surtido repertorio de productos gourmet. Sus propietarios, que cuentan con otra sucursal cercana en Bravo Murillo 50, organizan también sesiones de turismo enológico, visitas a las mejores bodegas españolas, cursos mensuales de cata y ofrecen asesoramiento personalizado por sumilleres y enólogos.
Nacida como una tienda de ultramarinos, Mantequerías Bravo ha evolucionado con los años hasta especializarse en los vinos -su bodega recoge miles de botellas- y en otras joyas de la gastronomía española y extranjera: jamón y fiambres de primera calidad, foie gras, caviar, aceites de oliva y cafés y tés. Los británicos más nostálgicos pueden encontrar aquí mostaza inglesa de importación y cream crackers.
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