Este parque de 118 hectáreas se remonta a la construcción del Monasterio de los Jerónimos (hoy solo sigue en pie la parroquia de San Jerónimo el Real y un claustro de estilo barroco) por parte de los Reyes Católicos. Junto a este complejo, establecerá Felipe II una zona de retiro y recogimiento religioso, de ahí su nombre. Pero no será hasta la llegada de Carlos III al trono cuando se permitirá a los madrileños acceder al recinto, ya vallado, siempre y cuando cumplieran unas normas de higiene y vestimenta.
Actualmente, se trata de una de las zonas verdes más utilizadas por los ciudadanos para salir a correr, montar en barca, celebrar picnics o pasear a sus mascotas. Los monumentos que se conservan de siglos anteriores y que merecen la pena ser visitados son el monumento a Alfonso XII, una gran columnata obra de José Grases Riera que domina el estanque, el Casón del Buen Retiro, un majestuoso salón de baile en su época que hoy pertenece la Museo del Prado, y el Palacio de Cristal, construido en 1887 para la Exposición de las Islas Filipinas. Pero los jardines del Retiro esconden mucha más belleza, como su rosaleda, la Casa de Vacas y numerosas fuentes y estatuas, entre las que destaca sin duda la del Ángel Caído.