10 restaurantes para enamorarte en Madrid

Si pasáis de convencionalismos, Tripea es el espacio perfecto para celebrar San Valentín. Y no estaréis solos, sino que compartiréis una una mesa alta y larga en uno de los pasillos del vibrante mercado de Vallehermoso mientras disfrutáis de la cocina callejera de autor que tira tanto del recetario y técnicas asiáticas como de las influencias peruanas del chef. Roberto Martínez, joven, viajado y con mucha experiencia en destacados restaurantes de fusión, imprime su sello personal en una carta gobernada por platos atrevidos y bien ejecutados.

En el animado Barrio de las Letras os espera este acogedor restaurante donde las influencias atlánticas, fundamentalmente portuguesas y gallegas, se combinan con guiños a la cocina brasileña o marroquí. Con luces tenues y ambiente animado, es perfecto para esa cena especial que tenéis en mente. A su mestizaje gastronómico confortable y suculento, se suma una atención espléndida y una relación calidad-precio que muy pocos ofrecen por la zona. Su bacalhu à brás es obligatorio.

Para auténticos amantes de la cocina peruana que se atrevan también con la innovación. Si es vuestro caso, disfrutaréis en grande con la cocina de Miguel Ángel Valdiviezo. La suya es una cocina que recorre y dibuja la vasta despensa de Perú y mantiene un respeto litúrgico por la tradición a la vez que eleva sus presupuestos con esmeradas presentaciones y recetas de autor. Y además preparan unos fabulosos piscos que os harán alargar la noche (si queréis).     

Podréis saborear el romanticismo de una playa ibicenca sin salir de Madrid en este restaurantes que Esther Bonet y Pere Vendrell se han traído a la orilla del parque de El Retiro. En el restaurante (barra, comedor de aires mediterráneos y un exclusivo y acogedor privado, perfecto para los que buscáis aún más intimidad) sirven destacados representantes de la cocina ibicenca (bullit de peix, arroz de matanza con cerdo ibérico) a los que se suman propuestas más viajeras, siempre echando mano del producto de la isla. 

Si queréis celebrar San Valentín entre buenas cervezas artesanales (aquí superan el centenar), reservad en El Sainete. Aquí la gastronomía y las buenas cañas tienen el mismo peso, por lo que vuestra cena romántica será perfecta. Un enérgico Fran Vicente y su hábil equipo se encargan desde los fogones de sugerir armonías a través de un producto fresco y de temporada, elaborando una cocina exquisita y reconocible, combinando técnicas contemporáneas y el recetario tradicional.    

Íntimo, divertido y con un toque canalla. Y además situado en la calle gastronómica de moda, Ponzano. Chema Soler (y Cynthia Pariente) os ofrecerán una fusión de cocina española, mejicana y asiática. Espacio de aires industriales, de cocina vista, mesas altas y una amplia barra para estar en primera fila. Su guisito de oreja en curry rojo comprime las líneas fundamentales de esta interesante y sabrosa apuesta street food. Gozoso de principio a fin.  

Un buen entrecot, en su punto, y para dos. Si sois auténticos carnívoros, esta propuesta para San Valentín os va a encantar. Cafrune es un restaurante especializado en carne tan ‘sui generis’ como su propietario, Facundo Cafrune, un hispano-argentino que reniega de cómo preparan la carne al otro lado del Atlántico y en su local de Chueca la sirve al punto, como corresponde a los cortes que maneja. Una delicia. 

Una noche gastronómicamente divertida para dos es la propuesta de este restaurantes de raíces latinas donde el sabor y el juego van de la mano. Más allá de un estupendo despliegue de ceviches y tiraditos y de sus ilustres conos (de ají de gallina y cochinita pibil), la carta, diseñada a cuatro manos por Carlos Pérez (sala) y Filomena Grudeski (cocina), esconde divertidos trampantojos (churros con chocolate o nigiri de arroz con leche) y algunas creaciones ya icónicas como su bloody mary o su lomo saltado. Un sugerente rincón de fusión iberoamericana.    

Si queréis celebrar vuestro amor sin pretenciones, con comida casera, sencilla pero llena de sabor, no os quedéis sin mesa en Uskar. Sus únicas pretensiones son dar bien de comer y de beber. Para lo primero, tienen buenos proveedores y algunos clásicos en el apartado carnívoro, siguen la temporada y cocinan a fuego lento y con cariño. Para lo segundo, la bodega guarda etiquetas poco comunes y cervezas artesanales. 

Cocina de mercado y de temporada con 25 años de tradición. La propuesta perfecta para celebrar San Valentín rodeados de buenos platos y un interiorismo discreto. Al tiempo que en otoño llegan los platos de setas y caza, no faltan algunos guisos tradicionales (verdinas con almejas o callos) y resultan ineludibles sus croquetas de langostino, versión de la matriarca de la casa.