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Diseñado en 1933, aunque inaugurado una década después en plena posguerra, el Mercado de Maravillas cautiva por su arquitectura racionalista, pero sobre todo por sus 250 puestos distribuidos en 8.700 metros cuadrados en los que se puede encontrar absolutamente de todo. Y para todos: alimentación, tes, flores, zapaterías, bares, joyería, regalos… Un lugar perfecto para tomarle la temperatura al pequeño comercio del barrio.