Excursions en família
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3 excursiones en familia por Barcelona y alrededores

Descubrid tres rutas por los alrededores de la ciudad

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Poneos las zapatillas, coged mochila y cantimplora y en marcha. Cada fin de semana, a pie y sin ir muy lejos de casa, podéis descubrir la naturaleza que rodea Barcelona. Y lo podéis hacer compartiendo pasos juntos: pequeños y mayores. Os recomendamos tres excursiones para toda la familia que os harán vivir un domingo diferente.

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La ermita de Sant Medir

Para los que somos nacidos en Gràcia, Sarrià, Sant Gervasi o La Bordeta, Sant Medir es sinónimo de caramelos. Cuando aún no levantábamos ni un palmo del suelo ya bajábamos a la calle para vivir en directo esta cabalgata, mucho más pequeña que la de Reyes pero, para nosotros, más mágica. La fiesta se celebra cada año en los barrios, pero al mediodía todos los grupos suben hasta la Ermita de Sant Medir, en Collserola. Este santuario es de origen románico –vaya, más viejo que todos nosotros– y aunque se encuentra ya en el término municipal de Sant Cugat se puede llegar en una caminata.

Plantaos en Mundet: a pie, en metro... y si lo hacéis en coche, aparcad junto a la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona donde hay una explanada a los pies del camino por donde empezaremos nuestra ruta. De entrada, no caminéis a un ritmo muy alto porque os espera una buena subidita en zigzag que no tiene una pendiente muy pronunciada, pero es larga y persistente. No os obsesionéis con ella y aprovechad para levantar la vista y disfrutar de la panorámica: se ve toda Barcelona.

Después de un par de kilómetros de subida, encontraréis un cruce que os obligará a escoger: o el paseo de las Aguas o el Turó de Valldaura y el de Magarola. Id a por los segundos. Eso sí, no será necesario que lleguéis hasta ellos. Seguimos recto y al encontrarnos con tres opciones más de camino giramos a la derecha para acabar de lleno en un cartel donde aparece nuestro objeto de deseo: la Ermita de Sant Medir. ¡Relajaos porque ahora todo es cuesta abajo! En los kilómetros que os separan del santuario se mezclarán senderos rodeados de vegetación con caminos más anchos: ¿todo este bosque hay en Barcelona? ¡Sí! Encadenad la calle del Saüc, con la de Llentiscle y la de l’Espàrrec y para tocar con las manos la ermita solo os faltará hacer un último esfuerzo en una subida fuerte pero corta.

Ubicada en un claro, es pequeña pero entrañable. Si habéis pasado calor, aquí encontraréis la fuente del Camp del Miracle donde podréis remojaros o beber un poco de agua. Si habéis pensado en quedaros un rato llevad comida y mantel de casa porque hay unas mesas ideales para hacer un pícnic. Comed, charlad y que los pequeños jueguen entre la vegetación que rodea la zona.

Tibidabo

El Hotel Krueger, el Huracán, los Troncos... ¡no sabemos cuál elegir! En el primero pasamos miedo, en el segundo gritamos y levantamos los brazos mientras damos vueltas y en el tercero lo que queremos es mojarnos. El Tibidabo es nuestro parque de atracciones, el de Barcelona, y le tenemos cariño. ¿Sabéis qué? Si lo echáis de menos y tenéis ganas de pisarlo se puede llegar en una caminata. Ahora mismo el Parque está cerrado hasta nuevo aviso, pero la excusión sigue valiendo mucho la pena. Una vez arriba podéis pasear por algunas zonas sin gastaros un duro.

Salid desde la plaza Bonanova y dejad atrás la Universidad de la Salle Bonanova. Pronto os encontraréis con la Torre de Bellesguard: construida por Gaudí, es una de sus obras más desconocidas. Después de este viaje al modernismo gaudiniano seguid dando pasos hacia arriba y llegad a un tramo de tierra que os dejará en el paseo de las Aguas. Aquí toca girar a la derecha y hacer unos metros hasta encontrar el Camino de Vallvidrera en Barcelona. No mucho más lejos, desviaos de nuevo a la derecha por un sendero que se adentra en el bosque y que podría llevaros también hasta el Observatori Fabra. Caminaréis durante un rato por una zona más boscosa, con árboles rodeándolo que os premiarán con sombras y os ayudarán a tomar aire. ¡Ya prácticamente habéis llegado! Coged de la mano a los pequeños porque tocará cruzar una carretera bastante traicionera, pero después ya solo os quedarán unos metros más de subida para llegar al parque.

Mientras el parque está cerrado por las restricciones, aprovechad para visitar la zona de acceso gratuito del Templo Expiatorio del Sagrado Corazón y subid las escaleras que lo rodean. ¡Unas vistas de escándalo! Una vez hecho, descubrid el Camí del Cel y divertíos en sus toboganes: los hay cortos, largos, de tubo y de diferentes tamaños y perfiles.

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El Delta de Llobregat

Bombero, astronauta, piloto ... ¿qué quiere ser de mayor vuestro hijo? Si le gustan los aviones, id de excursión al Prat de Llobregat. ¡Alucinará y vosotros también! Id con la L9 de metro hasta Las Moreras y dejad atrás los callejones del Prat para buscar los colores verde y el azul del Delta. Una vez piséis la carretera de la Bunyola seguidla porque pronto os llevará hasta el mirador del Aeropuerto del Prat. Todos hemos visto algún avión a lo largo de nuestra vida, pero sentirlos y observarlos desde tan cerca impresiona. ¡Palabra! Encontraréis sillas de piedra donde sentaros y pasar un buen rato contemplando a estos monstruos del aire. Ahora hay menos afluencia de aviones por causas obvias, pero el aeropuerto del Prat sigue recibiendo pasajeros, así que la contemplación de aviones está garantizada.

Cuando tengáis suficiente os proponemos elegir entre dos itinerarios: el que os llevará hasta la desembocadura del Llobregat o un segundo que acaba en las ruinas de la Caserna de los Carrabiners. El primero os llevará a pasear justo al lado del río, visitando el mirador de Cal Lluquer, la Torre de Cal Malet, la playa de Ca l'Arana o el Estany de Cal Tet. Estad atentos porque entre paso y paso podréis descubrir una gran cantidad de peces y de pájaros. Si elegís la segunda opción también visitaréis Cal Tet, pero después iréis hacia la Torre de la Bunyola –un mirador espectacular–, al cuartel de los Carrabiners y al Semáforo. No, no es un semáforo como los que encontráis en las calles. Es la casa de las Señales, un edificio histórico de finales del XIX, que regulaba el tráfico marítimo por la costa con el objetivo de reducir el número de accidentes. Ahora, se ha convertido en un perfecto mirador de aves.

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