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Festa als 40

Discotecas de Barcelona para salir después de los 40

Tranquilos, en Barcelona también hay ocio nocturno para vosotros

Jan Fleischer
Escrito por
Javier Blánquez
y
Jan Fleischer
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A cierta edad, cuando todavía somos tiernos y nos sobra la energía, nos creemos invencibles y creemos que los 'puretas', como decía Sartre del infierno, siempre son los otros. Salimos de noche, con el cuerpo bien afinado y la capacidad de resistencia sin grietas, y nos burlamos de quienes, pasados ​​los 40, se arrastran por los garitos, hincan el codo en la barra del bar y no pueden hacer más que pedir un gin-tonic. Pero la vida es un proceso que siempre nos coge con la guardia bajada, y llega un día en que los jóvenes insolentes –ahora con los vaqueros desgarrados, gorra ligeramente torcida y estética vagamente 'bling'– son ellos, y los 'puretas' somos nosotros. Deprimente, ¿verdad?

Si te has adaptado al plan B conservador –o sea, un par de hijos, por ejemplo, y casita en Palafrugell–, quizás el trauma no es tan grave. ¿Pero qué pasa cuando te domina la nostalgia de los tiempos antiguos, cuando salir de noche implicaba no volver a casa en dos días, y te apetece un simulacro de fiesta? En primer lugar, evitar ir donde se junta el grupo postadolescente –el típico sábado por la noche en lugares de moda y/o económicos, o discotecas con estética Dembow y/o inspirada en el 'bling' del hip hop– y planear rutas alternativas donde encontraremos gente de nuestra cuerda que no nos harán sentir viejos, cansados ​​o hechos un trapo.

Divertirse a partir de los 40 es fácil y poco humillante, si sigues esta lista.

Trauma
  • Música
  • Ciutat Vella

Hace un tiempo, ir al Trauma era la demostración de una derrota aplastante. Era la típica discoteca para 'la gente mayor' con una decoración de los setenta –imaginamos bigotes, patas de elefante, patas de gallo– con música ramplona y esa sensación que más que salir de noche, salías de cacería, como se hacía antes del Tinder. Pero ahora el Trauma se ha reformado y trasladado: ya no está en el enclave clásico de Consell de Cent, sino en un espacio más moderno en el Puerto Olímpico –el Catwalk–. La música, el ambiente, los objetivos son los mismos, pero ahora luce más, y nos sentimos menos derrotados.

Razzmatazz
  • Música
  • Espacios de música
  • El Parc i la Llacuna del Poblenou

Está bien el Razzmatazz porque es grande, tiene pasillos y diferentes ambientes, y si de repente te has despistado y te has metido en una de las fiestas Fuego, o las Trill, donde las niñas van con su peinado de ratchet y los chicos parecen recién salidos del trabajo –y por trabajo entendemos hacer de extra en un video de Lil 'Wayne–, siempre puedes darte la vuelta y adaptarte a una sesión techno más seria en la sala 2, o en una sesión de DJ Amable, que pincha la música que generacionalmente más te gusta: brit-pop, new wave, grunge, grandes éxitos del rock con groove, y grandes éxitos de la electrónica de baile con inercia rockera. Si además te lo montas un domingo por la tarde, cuando hacen las sesiones Journeys, será una triunfada absoluta.

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Luz de Gas
  • Música
  • Espacios de música
  • Sant Gervasi - Galvany

Un clásico que nunca pasa de moda. Tiene poco de discoteca con pedigrí el Luz de Gas, es verdad, pero su ambiente es de los más reconfortantes de toda la ciudad. Si vas a cualquier 'garito' de la Rambla encontrarás más turistas, más descontrol, pero en el clásico de la calle de Muntaner es donde tendrás más probabilidades de cruzarte con Joan Laporta, Albert Rivera o Xavier Sardà, y con suerte charlar en la barra, entre whiskys, comentarios 'off-the-record' y buena compañía de ambos sexos, bien vestidos y peinados.

  • Música
  • Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera

El Magic está medio retirado cerca del Born y nunca ha dejado de ser fiel a un principio, que es el rock'n'roll en toda su gloriosa intransigencia. Si hay un local nocturno en la ciudad donde nunca escucharás trap, o reggaeton, es allí donde el punk, Ramones y la larga tradición del garaje que suena a rayos y truenos son religión.

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  • Música
  • Ciutat Vella

Hay dos maneras de experimentar el Karma. La primera es la fácil y poco recomendable: has decidido salir el viernes o el sábado, después de cenar, y vas a tomar una copa, la clásica 'última' que luego se vuelve en la ante-penúltima, hasta que el estómago se rebela. Y luego está la otra, la mejor: ves entre semana, o después de terminar de trabajar hasta tarde, entra ya de madrugada y envuélvete del ambiente típico del Gòtic clásico, aquel habitado por aves nocturnas depredadoras , frikis del barrio, turistas despistados y gente 'destroyer'. Hazte fuerte en un rincón, bien acompañado, y disfruta de la música –típica, sin sorpresas; es probable que te pinchen cosas tipo Seguridad Social–, pero sobre todo de las vistas. En sus mejores momentos, aquello parece un reportaje de Javier Cárdenas.

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