Es fácil perderse entre las angostas calles del barrio de Gràcia, en el buen sentido, y es que desprenden encanto en cada esquina. Aunque, de vez en cuando, nos topamos con alguna plaza y se agradece, abriendo un gran ventanal al cielo que nos retorna el sentido y nos vuelve a plantar los pies en la tierra. La plaza del Sol, urbanizada en 1840, cuando Gràcia todavía era un pueblo, es una de ellas y tiene varias particularidades. Es especialmente grande y céntrica, podréis tomar un buen soplo de aire antes de volver a adentraros entre los alveolos del barrio, y acoge más de un par de restaurantes de tapas espléndidos. Damos fe de la calidad de la restauración en Gràcia, centrada en platillos de raíces peninsulares y restaurantes internacionales.
Historia
La plaza tiene una historia muy peculiar: fue un punto simbólico para la Constitución española de 1869 (la Junta revolucionaria local plantó allí un cedro llamado el Árbol de la Libertad en honor a la implantación de la nueva ley), un refugio antiaéreo durante la Guerra Civil que ya no existe, plataforma para mercados dominicales ambulantes y, hoy en día, sede de algunos eventos de la Fiesta Mayor de Gràcia. Todos los edificios de época que la rodean, entre ellos algunos modernistas, son una marca de la historia, así como la escultura del falso Astrolabio, que espera ser colocada de nuevo en uno de los rincones de la plaza. Descubrid también otras plazas con encanto de la ciudad.
¿Qué bares podemos encontrar en la plaza del Sol?
Las terrazas de los bares enmarcan la gran explanada del Sol, dejando un gran vacío en el centro. Cuando la noche se enciende, a veces, se llena de grupos de colegas que se sientan allí porque los bares están llenos, lo cual es casi siempre, y no es de extrañar porque las tapas, los platillos y las bebidas que ofrece la restauración del lugar son canela en rama. Nosotros ya hemos elogiado unos cuantos, como Sol de Nit, Cafè del Sol, Insolent, Sol Soler o Envalira.
Arquitectura y edificios
Envalira es, precisamente, el bar que hace de zapatos de una de las construcciones modernistas más curiosas y bien conservadas a unos kilómetros a la redonda. Es fácil de ver: en una esquina divisaréis una torre de color verde pastel, contraventanas rosas y cenefas florales con relieves coronando las ventanas y la parte superior de la estructura. La inmensidad de la plaza está delimitada por una serie de edificios de alturas desiguales, la mayoría construidos entre el siglo XIX y XX, algunos más decorados y otros más neutros, pero todos conservando la esencia local y bohemia del barrio.
El universo de Gràcia
El barrio está lleno de establecimientos y detalles urbanísticos que hacen juegos de palabras para hacer gracia con 'Gràcia' (o al menos lo intentan) y la plaza del Sol no es una excepción: los locales rinden homenaje al astro de una manera u otra, las calles que la rodean son hipónimos (del Planeta o la antigua calle de la Luna) y también se colocó un Reloj de Sol de bronce en el 1987, obra del gracienco Joaquim Camps y Giralt, que popularmente se ha llamado Astrolabio (está temporalmente guardada después de haberse retirado para realizar unas obras en el 2019). La escultura posiblemente se la ha conocido así, aunque técnicamente no sea un instrumento para medir la posición de los astros, porque retrata a todos los signos astrológicos occidentales. Las figuras sobresalen alrededor del reloj de tipo ecuatorial que hace de centro en forma de semiesfera.
