Incluso si no puedes distinguir una carabela de un catamarán, el Museu Marítim merece una visita, ya que los arcos y bóvedas de las antiguas drassanes(astilleros) representan uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura gótica civil en España. Fueron declaradas Monumento Histórico-Artístico en 1976.
En la época medieval, los astilleros se situaron justo al borde del mar y se utilizaron para secar, reparar y construir buques para las flotas reales.
Con más de 75 años de historia, su tarea es conservar, estudiar y difundir una de las colecciones de patrimonio marítimo más importante del mediterráneo.
El jardín del Baluard, justo al lado de las murallas medievales, es un rincón con encanto y sombra generosa, gracias a los árboles y a la arquitectura que lo abraza.
La cafetería del museo, con terraza parcialmente cubierta, es el lugar perfecto para tomar algo fresquito antes de volver a enfrentarse al calor de las Ramblas.