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“Concebimos el arte como un territorio muy permeable a todas las disciplinas”, aseguran Marita Moro y Marc Mascort a Time Out Barcelona. Bajo esta concepción, la pareja acaba de inaugurar Can Safari, una tienda enfocada en el arte, especialmente en el urbano, pero que va mucho más allá.
Can Safari es “un refugio para los colores y para todas aquellas prácticas creativas que conectan arte, barrio y transformación social”, explica la pareja. El local, situado en el número 28 de la calle de las Guilleries, en Gràcia, es una tienda de materiales artísticos donde se puede encontrar desde una máquina tintométrica para crear colores a medida y una amplia oferta de espráis, hasta pinturas acrílicas y materiales para serigrafía.


Entrar en el local es adentrarse en una especie de oda a la creatividad. Desde el pomo de la puerta en forma de espray, hasta las paredes, donde hay un gran mural del artista Martí Sawe que da la bienvenida a los visitantes y que el propio autor define como una especie de “jazz visual”.
En cuanto a los artículos a la venta, los espráis tienen un gran protagonismo y ocupan buena parte de la entrada principal. En el mostrador también se puede ver una selección de papelería vintage y, justo enfrente, dos percheros con decenas de prendas de ropa personalizadas por artistas urbanos.
La moda es una parte relevante del local, y además de las piezas de los artistas, también hay artículos de la marca Oh La La y merchandising de la tienda con su mascota, Mr. Bucket –diseñada por Tiago Majuelos– i imagen gráfica a cargo de Isaac Alcober.


Un local con ADN de Gràcia
Marita y Marc son vecinos de Gràcia desde hace años y querían que Can Safari tuviera la identidad del barrio. “Creemos que un proyecto así está en el lugar adecuado en Gràcia”, aseguran. Sin embargo, la ubicación no es el único rasgo gracienc del negocio.
El nombre ya es toda una declaración de intenciones. Marc explica que Can Safari es un homenaje al primer mural de arte urbano de Barcelona, realizado en 1988 a solo 50 metros de la tienda y que se titulaba Safari sprai.

Con el proyecto, la pareja asegura que quiere “contribuir al circuito artístico del barrio, formado por diferentes espacios vintage, galerías y otros negocios abiertos a colaborar”.
Un espacio abierto a talleres
Aunque la tienda es una parte importante de Can Safari, el proyecto va mucho más allá y funciona como “un hub de activación de proyectos culturales, artísticos y comunitarios”.
El local cuenta con un patio que se ha convertido en un espacio abierto a todo el mundo y que acogerá talleres de todo tipo de disciplinas artísticas: desde ilustración y personalización de gorras, hasta maquillaje artístico y ganchillo creativo.
Todos serán impartidos por profesionales del sector, con talleres para un máximo de 10 o 12 asistentes. “Queremos abrir un poco el nicho del arte, que antes estaba cerrado a otras disciplinas”, explica Marita.
