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No todos los bares para ver el fútbol son iguales. Los hay llenos de turistas gritones, tragaperras, platazos de desayuno inglés y pantallas gigantes. No era el caso de Can Manel (también conocido como Zipi y Zape, un nombre que se ha mantenido en el imaginario popular pese a que el cartel cayera hace lustros). Situado en el número 34 de la calle Avinyó, era la sede de la peña Barcelonista mama Inés, y uno de los escasos puntos de referencia local para los igualmente escasos vecinos del Barrio Gótico.
Can Manel cerró el pasado miércoles 14 de mayo, un día después que la peña Mama Inés anunciara el cierre de Can Manel en sus redes sociales:
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Y precisamente la pasión culé se desataba en Can Manel de una manera sui generis. Manel Sirvent y Laura Mourao adquirieron el bar a finales de los ochenta. Manel, músico, fundó la peña barcelonista Mama Inés, que atrajo a arquitectos, periodistas y artistas de diversas nacionalidades, en aquella época en la que el Gótico y el Born eran un imán para bohemios y profesiones liberales gracias los alquileres bajos.

Can Manel era una entrañable caja de cerillas con una barra, taburetes, bufandas y las paredes cubiertas de platos de cerámica, en la que se difuminaba la barrera entre tabernero y parroquiano. Como recuerda un habitual, el periodista Toni Esteban, "el futbol se veía dentro y fuera de la barra y te servías tú mismo. Cuando marcaba el Barça, enchufaban el casete de la canción de Mama Inés, y todo el mundo se ponía a bailar".

El modus operandi del servicio de barra en los días de partido era punk total, es decir, do it yourself: "Pegaban un papel en la pared donde ibas apuntando las medianas que consumías, las sacabas de la nevera y pagabas al final", rememora Esteban.
En el bar se produjo esa mezcla similar a la Bodega d'en Rafel (pero sin comida): juventud cool con ganas de crapuleo, artistas –no era raro ver por allí a los Tarántula de Joe Crepúsculo– y nativos del Gótico. Uno de los puntales eran las batallitas de Manel Sirvent, carismático tabernero "que contaba historias increíbles pero a la vez plausibles, y así se ganaba al cliente. A mí me contó que era amigo de Julio Anguita y que una se fue de gira como pianista de una orquestra por la antigua Unión Soviética, a un colega que llevé le dijo que era amigo de la familia de Luis Figo", cuenta Esteban.