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Cierra el Zipi y Zape del Gòtic, uno de los bares del Barça más auténticos y entrañables del centro de Barcelona

Este clásico era famoso por la pasión con la que se vivían los partidos del Barça y el carisma de su propietario

Ricard Martín
Escrito por
Ricard Martín
Editor de Menjar i Beure, Time Out Barcelona
Can Manel/ Bar Zipi y Zape: acaba de marcar el Barça
Foto: Instagram | Can Manel/ Bar Zipi y Zape: acaba de marcar el Barça
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No todos los bares para ver el fútbol son iguales. Los hay llenos de turistas gritones, tragaperras, platazos de desayuno inglés y pantallas gigantes. No era el caso de Can Manel (también conocido como Zipi y Zape, un nombre que se ha mantenido en el imaginario popular pese a que el cartel cayera hace lustros). Situado en el número 34 de la calle Avinyó, era la sede de la peña Barcelonista mama Inés, y uno de los escasos puntos de referencia local para los igualmente escasos vecinos del Barrio Gótico

Can Manel cerró el pasado miércoles 14 de mayo, un día después que la peña Mama Inés anunciara el cierre de Can Manel en sus redes sociales: 

Sin posibilidad de ofrecer una despedida debido a lo repentino del traspaso, las hermanas Sirvent, Noemí y Sandra, propietarias del negocio, anuncian que "nos hemos asegurado de dejar el local en buenas manos: el próximo propietario también es culé. Hay pasiones que no se negocian". 

Y precisamente la pasión culé se desataba en Can Manel de una manera sui generis. Manel Sirvent y Laura Mourao adquirieron el bar a finales de los ochenta. Manel, músico, fundó la peña barcelonista Mama Inés, que atrajo a arquitectos, periodistas y artistas de diversas nacionalidades, en aquella época en la que el Gótico y el Born eran un imán para bohemios y profesiones liberales gracias los alquileres bajos.

Bar Zipi y Zape / Can Manel
Foto: Bar Zipi y Zape / Can ManelBar Zipi y Zape / Can Manel

Can Manel era una entrañable caja de cerillas con una barra, taburetes, bufandas y las paredes cubiertas de platos de cerámica, en la que se difuminaba la barrera entre tabernero y parroquiano. Como recuerda un habitual, el periodista Toni Esteban, "el futbol se veía dentro y fuera de la barra y te servías tú mismo. Cuando marcaba el Barça, enchufaban el casete de la canción de Mama Inés, y todo el mundo se ponía a bailar"

El Zipi y Zape era un clásico local para tomarse la última de la noche
Foto: InstagramEl Zipi y Zape era un clásico local para tomarse la última de la noche

El modus operandi del servicio de barra en los días de partido era punk total, es decir, do it yourself: "Pegaban un papel en la pared donde ibas apuntando las medianas que consumías, las sacabas de la nevera y pagabas al final", rememora Esteban.

En el bar se produjo esa mezcla similar a la Bodega d'en Rafel (pero sin comida): juventud cool con ganas de crapuleo, artistas –no era raro ver por allí a los Tarántula de Joe Crepúsculo– y  nativos del Gótico. Uno de los puntales eran las batallitas de Manel Sirvent, carismático tabernero "que contaba historias increíbles pero a la vez plausibles, y así se ganaba al cliente. A mí me contó que era amigo de Julio Anguita y que una se fue de gira como pianista de una orquestra por la antigua Unión Soviética, a un colega que llevé le dijo que era amigo de la familia de Luis Figo", cuenta Esteban. 

No entraremos en si las historias de Manel eran ciertas o exageradas, pero lo que sí es verdad es que la calle Avinyó se vacía un poco más de su identidad local, poco después que un restaurante centenario se convierta en un pub irlandés y el Pitarra reabra como local enfocado al turista.   

Te gusta comer, ¿eh? No te pierdas el Time Out Fest el 24 y 25 de mayo en la Antiga Fàbrica Estrella Damm, con platos de 10 de los mejores restaurantes de Cataluña reunidos por primera vez 

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