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Casa Leopoldo, uno de los grandes restaurantes de cocina tradicional de Barcelona, acaba de reabrir. Y lo ha hecho convertido en restaurante chino. En el corazón del Raval, el local mantiene la fachada que los chefs empresarios Romain Fornells y Óscar Manresa renovaron en 2017 –cuando asumieron el negocio– con una nada sutil modificación: un cartel que tapa el anterior y advierte: Casa Leopoldo Restaurant Asiàtic.
Romain Fornells ha declarado a la Vanguardia que "cuando lo dejamos, el Raval estaba destrozado y, en plena pandemia, la energía que necesitaba este local para salir adelante no la podíamos poner". Es una lástima, porque la Casa Leopoldo que Fornells y Manresa retomaron 2018 era una exhibición de potencia, buen gusto y generosidad.
A pie de calle, una pizarra con un menú (a 12,50 €) combina primeros clásicos de restaurante chino (sopa de algas, tallarines fritos, rollitos) con segundos de plancha, como butifarra o sepia, pero se cuela una ternera con salsa de ostras.
Entro a la una del mediodía y hay dos vecinos del barrio degustando, satisfechos, una sopa de 'noodles' que no tiene mala pinta. Me pido una caña –bien tirada– y pregunto al joven tras la barra si es el propietario. Me dice que sí. Se llama Chen, y junto con un par de amigos se han quedado el histórico restaurante. "Lo hemos tocado muy poco", dice escueto. Se nota que no tiene ganas de hablar. Pago y me voy.
Chen no miente. El local está exactamente igual que en la remodelación de 2017, pero han desaparecido todos los objetos de arte y memorabilia torera de las paredes. Ya no hay carteles de corridas ni fotografías de celebridades: tan solo las paredes pintadas de azul oscuro y esos preciosos azulejos estilo Cádiz.
Un párrafo de Casa Leopoldo para 'dummies': abierto en 1936, fue un restaurante importante y también fue más que un restaurante. Fue importante porque a través de la familia de Rosa Gil, que se jubiló en 2015, hizo llegar y mantuvo en Barcelona la cocina tradicional catalana de Cadaqués y l'Alt Empordà, la del 'mar i muntanya', el pollo con cigalas y las albóndigas con sepia. Y fue más que un restaurante, claro, por su carácter de segunda casa de personalidades del mundo taurino, primero, y de intelectuales y artistas afines al PSUC a partir de los años setenta: Montalbán, Serrat o Marsé, por citar a tres.
Y claro está, por las múltiples referencias que Vázquez Montalbán dedicó al restaurante en la saga de Carvalho. No os rasguéis las vestiduras: como me recuerda un amigo, en el último libro del detective del Raval, 'Problemas de identidad', Carlos Zanón sienta a comer a Pepe Carvalho en bares y restaurantes chinos; o sea que todo discurre dentro de los cauces de la normalidad literaria y vital.
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