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Hace seis años que Samuel Figueira, originario de Caracas, abrió el Mitoa junto a su padre, una pizzería artesana con masas de fermentación larga en Lesseps (Septimània, 419). Como él era vegano, le propuso a su padre convertirla en 100% vegana —ojo, un paso que ya han dado restaurantes con tres estrellas Michelin como Eleven Madison Park en Nueva York o Arpège en París—. “Mi padre se asustó mucho y pensó que no sería viable, y a mí se me quedó la espinita clavada”, explica. Con el tiempo decidió quitársela montando, en Les Corts, Tempeh, un pequeño restaurante “de carta corta que variaba según la temporada, pero la gente buscaba la palabra tempeh en Google y pasaba de largo”. Entonces volvió a hacer lo que mejor sabía: pizzas artesanas.

El pequeño local que albergaba Tempeh pasó a llamarse Domo (Taquígraf Serra, 1), con una carta como la del Mitoa, donde el 50% de las pizzas eran plant-based. Animado por cómo le estaba yendo, Figueira decidió hacer una prueba: durante tres semanas ofrecería una carta 100% vegana, y si funcionaba, haría el cambio definitivo. Y vaya si funcionó: la prueba piloto fue un éxito total (“nunca había trabajado tanto como estos días”, asegura) y Domo se ha convertido en —probablemente— la única pizzería completamente vegana de Barcelona, tras el cierre de El Vato Loco, en el Born, que era la de referencia.
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Una masa ligerísima
“Es un proyecto que me ilusiona muchísimo”, afirma Figueira con una sonrisa de oreja a oreja. Y no es para menos: las pizzas son espléndidas. Trabaja con una masa muy ligera (“quería que sentara bien, que no te fueras superlleno”) y ha dado con la fórmula ideal usando un alto porcentaje de masa madre y harinas que, aunque no son completamente integrales, están poco refinadas. Las más vendidas, por ahora, son la Mr. Smith (base de crema blanca, mozzarella de anacardos, membrillo, manzana verde, camembert del Väcka, aceite de hierbas y nueces) y la Isabellah Ham (tomate, albahaca, mozzarella de anacardos, jamón de Heura, setas y aceite verde), aunque tiene ocho variedades distintas. También probamos la Zucchini Flow y nos encantó (tomate, calabacín, stracciatella de anacardos, pipas de calabaza, tahini y aceite de oliva virgen extra).

También hay un entrante delicioso: ricotta de tofu, avellanas tostadas, aceite de hierbas, tomates cherry y vinagre balsámico, acompañado de pan de la casa. Y completan una carta breve pero efectiva tres postres bien logrados: mini calzone relleno de chocolate negro, cremoso de chocolate con frutos rojos y cremoso de pistacho con melocotón. Tres cosas a tener en cuenta: cierra por vacaciones del 11 al 27 de agosto, así que aprovechad para ir ahora o ya será a la vuelta; tienen un menú de 28 euros para dos personas, y disponen de masa sin gluten para los intolerantes, aunque como no tienen un obrador aparte, no lo es para las personas 100% celíacas.

