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Labar
© Maria DiasLabar

¡El primer bar/lavandería de España está en Barcelona!

Ricard Martín
Escrito por
Ricard Martín
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Cualquiera que haya tenido que ir a una lavandería tragaperras –un negocio al alza– sabrá la gran tocada de narices que es llenar los 45 minutos que dura la ceremonia del lavado y secado. El mundo es sorprendente: Marta Pérez y Gerard Navas acaban de abrir LaBar (Consell de Cent, 442), ¡una equilibrada fusión al 50% de lavandería y cafetería de especialidad! "La idea es obvia: tomarte un café mientras haces la colada o viceversa", explica Pérez. "Son dos actividades 100% separadas, y como en esta zona proliferan mucho las lavanderías de autoservicio, creemos que abrir una con un bar tiene nicho de mercado", prosigue. "Este es un negocio único en España: tuvimos la idea y luego investigamos a ver si existían sitios similares, y sólo en encontramos en Bélgica y en Suiza", explican.

Si vienes con el saco de ropa sucia, no estás obligado a tomarte nada, pero si lo haces será en un acogedor espacio altísimo y luminoso –las obras han unido una antigua vaquería y una tienda de muebles– donde al abrigo fresco de un muro con piedra a la vista puedes chupar wi-fi y tomar un excelente café de El Magnífico: los propietarios han recibido formación de baristas, y preside la barra una cafetera Ascaso, la mejor que se fabrica en España.

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© Maria Dias

Café con leche del bueno 1,90 €, lavar y secar 6,50 € (¡con una caña bien tirada a 1 € para hacer tiempo!). La gran virtud de LaBar, Laundry Bar (solo el nombre merece un premio) es que tiene vocación de bar de barrio actualizado, donde tomarte refrescos éticos –no hay bebidas de multinacional sino Fritz Kola– buen café, vermut, cerveza artesana, vinos naturales a copas y para picar, cosillas de calidad: hummus, guacamole y pasteles caseros, bikinis y bocadillos hechos con pan de coca de Folgueroles. "No queremos pasarnos de modernos ni subir demasiado el precio. Queremos ofrecer un buen producto que no sea mucho más caro que lugares con café o bocadillos horrorosos", explican. "Y por otra parte, mucha gente mayor que no se atreve a usar una lavadora de monedas aquí puede preguntarnos cómo funcionan", prosiguen.

Vuelvo al principio. Lo único que no hay en esta lavandería es la sórdida soledad de quien tira monedas y mira el tambor girar sin tener ningún sitio a donde ir.

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