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"Yo quiero cantar y quiero llevar siempre Alguer, mi historia, el mar, los sentimientos, la vida de la costa, de los marineros, el amor, la nostalgia, la muerte, todo lo que me ha pasado en la vida, yo te lo llevo al escenario y te lo regalo". Así se presenta Franca Masu, famosa por empezar a cantar en catalán de Alguer en los años 90 y que el 13 de julio podremos ver en directo en Perafita en un cartel compartido con Ferran Palau dentro del festival Perifèria Cultural. Será su único concierto de este año en Cataluña, porque cada vez es más difícil verla por el Principado, aunque a ella le gustaría venir más a menudo. Hablamos con ella de música, lengua y presión turística, de orilla a orilla del Mediterráneo.
Ahora mismo estás en Alguer, ¿verdad?
Sí, mañana empiezo con algo en Cerdeña, en la parte de la otra costa de Alguer, en Cabras, para un festival de arqueología. Así que tenemos un festival de arqueología, el festival Perifèria Cultural y un festival de literatura y poesía, La Lluna en Vers, en Mallorca. Cosas culturales, muy bonitas.
¿Hacía mucho tiempo que no actuábas en Cataluña?
Los conciertos están empezando a ser cada vez menos frecuentes, es una lástima. Hablo de una vez al año. Muy poquito, muy poquito. Porque todo se está volviendo muy difícil, sobre todo con los viajes, los gastos… Como ves, me piden venir solo con un músico y eso ya te dice la verdad de la situación. Bueno, paciencia, pero haremos un espectáculo bellísimo, porque tengo un guitarrista extremadamente profesional y virtuoso.

Cuando eras pequeña, en casa no se hablaba alguerés, ¿verdad?
No, no, no.
¿Qué se hablaba en casa?
Italiano. Mis padres eran maestros de primaria, por tanto, lo principal era hablar muy bien el italiano. Era una época en la que el dialecto parecía algo de pobres. Además, mi madre era de un pueblo del interior de la isla, y mi padre de Alguer. Ambos, claramente, se entendían si hablaban sardo entre ellos, pero mi madre nunca entendió el alguerés. Yo lo descubrí de mayor y me enamoré realmente de mayor, cuando ya cantaba en público y profesionalmente, jazz, música ligera, cosas que me encantaban. Nunca pensé que el alguerés podría convertirse en mi lengua profesional para expresar mi vida, para llevar la fuerza de mi tierra, para llevar Alguer al mundo.
Tuvo mucho que ver Maria del Mar Bonet.
Un gran alcalde de entonces me dijo: “Franca, esta noche tocará en Alguer Maria del Mar Bonet, no te la pierdas, por favor". Me había regalado un disco del grupo Al Tall, y como eran un poco demasiado folk, no me gustaban mucho [ríe]. Y la noche que fui a ver a Maria del Mar dije “madre mía, esto no es posible, es un mundo que se me está abriendo, yo también puedo llegar a cantar estas músicas marineras de Alguer, con estas percusiones". Era el año 96 y ella era una diosa, era maravillosa, con ese pelo, todo un lujo, ese concierto.
"No quiero ser pesimista como amigos que tengo, el alguerés morirá si lo dejamos morir, yo haré lo imposible"
¿Cuál es la situación actual del alguerés en las calles de Alguer?
Te digo la verdad, hay muchas asociaciones que defienden la lengua y trabajan en ello, para niños, para jóvenes… Pero veo que es difícil. Hay más proyectos que antes, pero tenemos miedo de que muera, porque el miedo existe, porque la franja de jóvenes no lo habla. Alguer es una ciudad multicultural, no todos son alguereses, los alguereses mayores han muerto, y no todas las familias han transmitido la lengua a los nietos, a los hijos. Ahora estamos intentando lo imposible para llevarlo a la escuela y están naciendo concursos de música y eso es bonito porque anima. No quiero ser pesimista como algunos amigos que dicen que morirá. Morirá si lo dejamos morir, yo haré lo imposible.
¿Conoces a los artistas jóvenes catalanes del momento?
No soy una gran conocedora del panorama catalán, pero veo que florece increíblemente, nombres y nombres y nombres, jóvenes que hacen rock, canción de autor… En Alguer da un poco de vergüenza, se piensa siempre en la canción melódica, en la canción de autor supertriste. No soy fan del reguetón, pero una buena rumba catalana es bonita, es bella, es alegre, te hace feliz. También entiendo que un joven no puede empezar a hacer música pensando en vivir de ella. Yo sí dejé la escuela para vivir de la música, me costó, pero eran tiempos bonitos, ganabas dinero, empezabas poco a poco, pero he tenido cachés maravillosos. Hoy es todo comercio, necesitas un productor, un entourage, hacer vídeos, y los jóvenes prueban suerte con el teléfono.
"Si me faltan palabras las tengo que tomar de la casa de la mamma, que es Cataluña"
¿Hay cantantes jóvenes en alguerés?
Lo que veo en Alguer son voces jóvenes, bonitas, afinadas, que tienen un pequeño gusto, pero me sabe mal mirar atrás y no haber dejado una herencia, me habría gustado impartir un curso de interpretación de canción en alguerés, pero nadie me lo ha pedido. Veo otra voz de Alguer en Claudia Crabuzza, claramente, Claudia, bravísima, ha elegido un camino diferente al mío, y canta un alguerés superpopular. Yo prefiero mezclarlo con catalán, porque a mí me faltan las palabras de ella para cantar. Y si me faltan, las tengo que tomar de la casa de la mamma, que es Cataluña [ríe]. No a todos les gusta, pero a mí me encanta porque las palabras deben tener un sonido, un sonido suave, como decía Amália Rodrigues, si esa palabra no suena, no la canto, solo versos que se deslizan de la boca, que fluyen. Para mí es un gozo pronunciar palabras bonitas, y vosotros tenéis muchas. Nuestro léxico está más limitado, no había una diferencia entre la lengua del conde y la del pescador. Yo creo que es legítimo que cambie la lengua, que le dé riqueza, y para los catalanes mi catalán es exótico.
¿En Alguer sufrís el turismo de masas de forma similar a otros lugares de habla catalana?
Sí, la situación se está volviendo bastante complicada. Creo que hace falta una regulación, hay muchos pisos turísticos, la gente no encuentra casa para vivir, el centro histórico no puede aguantar un ruido como este, no es el centro histórico que yo conocí, yo he huido. Qué lástima, se ha vaciado, porque solo hay gente en verano, de abril a octubre. Hay demasiados restaurantes, demasiadas mesas en medio de la calle, se da comida que no es buena, cosas que no hacen bien a la cultura de Alguer, es una gastronomía aproximada, toda igual, muy cara… A mí me gustaría invitar a mucha gente a Alguer, pero me desplace, tenemos que elegir qué tipo de turismo queremos, qué dinero pueden dejar sin destrozarlo. Y que los políticos arreglen el centro histórico, porque está en condiciones verdaderamente feas, son calles demasiado estrechas para aguantar un ruido como este. Y es una lástima porque es una perla, quien viene a Alguer se enamora y no se quiere ir, pero no se puede dormir, ¿quién puede trabajar?, hay una pelea cada noche, es una discoteca al aire libre: reguetón, reguetón, reguetón. Esto no va bien, ¿capito? Va bene.
