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Durante tres días, esta preciosa villa del Alt Empordà viaja a la Edad Media y se transforma en un pueblo medieval gracias a una feria que este año celebra ya su 34ª edición. Y la población se vuelca con todo el entusiasmo del mundo: los vecinos se visten de bufones, trovadores, soldados, hechiceros, clérigos y salen a la calle a escenificar cómo era la vida entre las murallas de la capital de un condado medieval. Claro que no hace falta añadir mucho decorado: esta localidad fue fundada a finales del siglo IX y conserva un rico patrimonio medieval.

Las actividades de esta feria son bien conocidas y muy participativas: exposición de armas y armaduras, vida de campamento, tiro con arco, conciertos de música medieval, espectáculos teatrales y de marionetas, clases de lucha con espada, un mercado medieval, y el punto culminante: una noche de justa caballeresca frente a la basílica de la localidad. También es ideal si te gusta comer buena carne: todos los restaurantes del pueblo sacan las parrillas a la calle y venden butifarra, panceta y costillar con pan tostado y alioli.

Estamos hablando del festival Terra de Trobadors de Castelló d’Empúries (Alt Empordà), una de las localidades medievales más bonitas y mejor restauradas de Cataluña. Y ya tiene fecha de celebración: tendrá lugar del 12 al 14 de septiembre. O sea que es un festival ideal como excusa para montarte un buen puente durante la Diada. Más adelante concretarán la programación, pero no te preocupes, siempre es de lo más trabajada y popular, con la mayoría de las actividades gratuitas.
Qué ver en Castelló d’Empúries

Castelló d’Empúries es uno de los pueblos con más encanto de Girona, y conserva un rico patrimonio medieval que justifica la visita, haya feria medieval o no. Dos de sus puntos más destacados son la basílica de Santa María y la prisión medieval. La basílica, conocida como la "catedral del Empordà", es una imponente iglesia gótica del siglo XIII con una fachada monumental y un interior que impresiona por su escala y belleza.

Justo al lado, el museo-prisión medieval –del año 1300, uno de los pocos presidios del antiguo régimen que han sobrevivido hasta nuestros días– permite entender cómo era la justicia en la Edad Media: celdas de piedra oscuras y pasillos estrechos que conservan el aire severo de la época y evocan la desesperación de los condenados a cadena perpetua, con grafitis centenarios rascados en la roca de las paredes. Pasear por las calles empedradas de Castelló completa una visita que combina historia, arquitectura y atmósfera.