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Joan S. Luna Liturgy

Liturgy: del Cielo al Infierno

La banda de Nueva York ofreció una sesión hipnótica de metal de vanguardia

Ricard Martín
Escrito por
Ricard Martín
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"Nos encanta estar en el festival de rock and roll más grande del mundo", decía un rato antes del concierto de Liturgy Adam Granduciel de The War on Drugs. ¿Festival de rock and roll, el PS? Podríamos discutirle esta afirmación –sobre todo después de ver cómo Calvin Harris convertía la explanada grande en un sarao house masivo– pero quizás sí tiene razón; sobre todo si tenemos en cuenta la variedad de géneros guitarreros que cobija el Primavera: desde el satinado, impecable rock FM de The War On Drugs a la barbaridad de Liturgy.

A los dos escenarios masivos los llaman Mordor, pero el verdadero reino de la oscuridad se desplazó medio kilómetro a la derecha, en el Plenitude. Allí, los neoyorquinos Liturgy, entre tinieblas y rayos de luz, desplegaron un vocabulario de black metal experimental y vanguardia ante el que no se puede permanecer indiferente. Liturgy, vehículo de expresión musical de la guitarrista y compositora Haela Ravenna Hunt-Hendrix, arrancó su actuación con "Djennaration", una espectacular suite que es una montaña rusa: un torrente de baterías 'blackmetaleras', interludios de voces eclesiásticas y espirales de guitarras math metal que se elevaron en momentos de sinfonismo épico.

Pese a la radicalidad de la propuesta, ver a Liturgy en concierto es muy entretenido. Porque el despliegue de recursos, de la música de cámara renacentista a la electrónica, incluso con gotas de hip-hop, es tanto una exhibición de músculo como un manifiesto artístico: aquí no nos enfangamos en el dolor de vivir y la crucifixión– como ocurrió con los belgas Amenra– sino en una travesía fluida y culta entre Cielo e Infierno, ejecutada con una precisión obsesiva, que culminó en los 15 minutos de la mesmerizante "93696" –la representación numérica del Paraíso según el cristianismo–, donde almohadas de teclado y voces etéreas conviven con los gritos agónicos del grindcore. Ya no es solo rock and roll, pero nos gusta.

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