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Marina Garcés lleva muchas semanas entre los más vendidos gracias a La pasión de los extraños (Galaxia Gutenberg), un ensayo sobre la amistad que rompe tópicos y abre muchas puertas al mundo contemporáneo. Garcés consolida su voz como una autora muy atenta a los fenómenos sociológicos de nuestro tiempo, con libros fundamentales como Fuera de clase. Textos de filosofía de guerrilla, Nueva ilustración radical y Ciudad princesa.
¿Y qué espacio ocupa la mujer aquí?
La mujer, históricamente, está relegada al espacio de la necesidad (cuidados, reproducción, hogar) y, por tanto, depende del hombre, por un lado, y de las estructuras sociales, por otro. Entonces, ¿qué hacen las mujeres siendo amigas? ¿Qué es ese lugar oscuro? Porque sucede tras las cortinas, en el espacio doméstico, allí donde las mujeres se encuentran solas. Tienen, además, elementos de resistencia, de contrapoder, de apoyo mutuo, de intimidad erótico-sexual entre mujeres. Es un espacio incontrolable que el ideal masculino de la amistad siempre ha intentado desmontar y, de alguna manera, atravesar.
¿En este contexto, es posible la amistad entre hombres y mujeres más allá del matrimonio?
Este es el otro gran tabú, que hoy quizá pensamos que está más o menos superado. Históricamente, es evidente que hemos avanzado mucho y existen amistades fantásticas entre hombres y mujeres. Pero también guarda la sombra de una sospecha. Pienso que es una sospecha desde la mirada masculina sobre la amistad, no solo sobre las relaciones de pareja, sino también sobre qué papel tiene el deseo sexual en los vínculos afectivos y sobre qué papel puede tener la mujer como un igual. Al final, si hablamos de amistad, hablamos de relaciones entre iguales, con todas las diferencias posibles entre unos y otros. ¿Hemos podido mirarnos como iguales? ¿Como capaces de tener una relación recíproca en todos los sentidos entre hombres y mujeres? Y creo que no hemos llegado tan lejos como pensamos.
Te haces una pregunta que dice: ¿nos estamos acercando a un mundo donde la amistad no será posible?
Por un lado, creo que hay más dinámicas basadas en la enemistad que en la amistad. Hoy el enemigo es el centro de la vida política. Esta vida bajo vigilancia, esta ansia de control, este miedo al otro hace muy difícil atreverse a dar el primer paso de toda amistad: hablar con un desconocido. Si eso, de alguna manera, ya se considera un elemento de riesgo, de peligro, y debe ser controlado bajo determinadas pautas, entonces no hay amistad que pueda nacer frente a la paranoia del miedo.
El miedo al otro hace muy difícil atreverse a dar el primer paso de toda amistad: hablar con un desconocido
¿La política que triunfa es la política anti-extranjeros?
Literalmente. Quizás el único margen que queda para alguien que no es de los nuestros es que esté debidamente clasificado. Dejar la puerta abierta no a convertirse en uno de los nuestros, sino a trabajar para nosotros. Si hablamos de inmigración, los necesitamos para hacer los trabajos que no queremos y pagar las pensiones que no pagarán nuestros hijos, por ejemplo. Ese es un discurso aceptado... La clasificación es lo que reduce la extrañeza. Mientras yo sepa que eres x, y, z, ya no me das miedo. Pero debes mantenerte dentro de una clasificación. Aunque hayamos ampliado el repertorio de formas de vida en nuestra sociedad, han acabado siendo eso: un repertorio debidamente clasificado.
¿Crees que tenemos más enemigos que amigos?
Proyectamos la condición de enemigo sobre muchas presencias que quizá hace un tiempo no lo eran. No es que el pasado fuera mejor. Pero venimos de un breve período histórico de cierta apertura, de dejar atrás otras formas de exterminar al extraño. Ahora volvemos a cerrar puertas. En muchos ámbitos. En la educación, por ejemplo, estamos volviendo a unos niveles de segregación social y de clase que hacía tiempo que no veíamos. Yo trabajo en la universidad y lo veo. Pero también está pasando en las escuelas. Todo dentro del mismo sistema público. Estamos estrechando mucho quiénes son los nuestros y, por tanto, quiénes son los enemigos.
En la educación estamos volviendo a unos niveles de segregación social y de clase que hacía tiempo que no veíamos
¿La amistad tiene un componente revolucionario? No está pautada, no hay un carnet de amigo...
La amistad tiene un potencial revolucionario, que no ideal. Para mí, hay otra captura de la amistad que implica decir: como no tiene instituciones, es libre, es porque nos queremos y nos gustamos. Parece ideal. Pero en el libro intento desmontar esa condición idealista de la amistad, porque todos vivimos relaciones manchadas de miseria, de oscuridad, de ruptura, de rivalidad, de envidia, y eso forma parte de los afectos. Si no, no amamos, coleccionamos cromos. Tener amigos significa poder amar a aquellos que no serán nada nuestro en un sentido estructural, institucional y funcional. Ahí es donde está el potencial revolucionario. La amistad nos exige una invención permanente de lo que podemos ser para los demás, incluso en la amistad más cotidiana y repetitiva de la historia.
Dices que la muerte del amigo suele ser el punto culminante de toda amistad.
Es muy bonito que exista toda una tradición literaria y cinematográfica donde las historias de amistad están contadas a través de la pérdida, de la muerte, por enfermedad o envejecimiento, lo que sea. Eso nos dice que toda amistad se resume en el tiempo de una vida y, por tanto, que la amistad no es más que lo que hacemos y deshacemos con los otros que de alguna forma consideramos importantes en nuestra vida, porque sí. Muchas veces solo tiene sentido esa historia cuando termina. Si toda amistad está hecha de una distancia, cuando el otro muere es cuando se hace más próxima, porque ya solo es recuerdo.
Ciudad princesa es un gran relato sobre las amistades con Barcelona como telón de fondo. ¿Podría ser que aquí, en La pasión de los extraños, hayas querido teorizar sobre todo aquello que explicaste hace casi una década?
Totalmente. Alguna gente me ha preguntado cuándo empecé a trabajar este tema y les digo que este libro es Ciudad princesa desde otro lugar. El encabezado del libro ya tenía una dedicatoria a los amigos. De allí necesitaba pensar todo eso con otras herramientas, en un diálogo con la historia del pensamiento.
La amistad ha sido tratada sobre todo por hombres, de Aristóteles a Derrida. ¿Qué punto de vista le das tú como mujer, como sospechosa?
Creo que es muy importante que las mujeres hablemos también de la amistad. No para reclamar nuestro trocito de amistad negada, sino para repensarla en todo lo que ha supuesto ese ideal masculino y adultocéntrico, cuando el momento en que realmente aprendemos a hacer amigos es en la infancia, y también en la vejez. Es un recorrido de vida en el que las mujeres hemos estado más vinculadas por razones obvias, de cuidados, de vínculos con otros cuerpos. Hace falta otra mirada que politice la amistad desde otro lugar. No se trata de la amistad que las mujeres podamos disfrutar o no, sino de cómo cambiamos la mirada que podemos ofrecer sobre la amistad en su conjunto.
Cuando alguien tiene muchos amigos, también quiere decir que está bien conectado y sabe muy bien cómo usar las amistades y quiénes son los enemigos
¿Querer hacer amigos, estar abierto a los extraños, es una señal de que eres de izquierdas?
La palabra amigo tiene otro sentido cuando se refiere a los de mi club, los de mi clase, mis contactos. Es un concepto elitista, reduccionista, de la amistad que también existe de forma muy perversa. Cuando alguien tiene muchos amigos, también quiere decir que está bien conectado y sabe muy bien cómo utilizar las amistades y quiénes son los enemigos y los que quedan excluidos de ese tipo de relaciones.