Sala Augusta seguit de Llengua materna, de Sebastià Alzamora


Proa, 96 págs., 16,90 €
¿De qué trata?
Sala Augusta es un cine del centro de Palma, construido sobre lo que fue una prisión franquista durante la guerra, donde los presos republicanos esperaban la ejecución en condiciones infrahumanas. El poema evoca a los hombres y mujeres que fueron víctimas del levantamiento fascista del 36 en Mallorca. Llengua materna, a continuación, hace referencia a la muerte de la madre del autor. Aquí la memoria se vuelve personal, íntima, pero al mismo tiempo rinde homenaje a las costureras de zapatos que, desde los años 40 hasta los 80, trabajaron en la industria mallorquina del calzado —arrasada por el turismo—, cosiendo en sus casas en condiciones laborales inexistentes.
¿Por qué deberías leerlo?
Quizá el lector no sepa quiénes fueron Aurora Picornell, Toni Alomar, Jerònia Pomar o Julià Fullana, pero es posible que haya pasado por delante de la Sala Augusta de Palma, incluso que haya entrado. Tal vez crea que todo aquello ya se terminó, pero Alzamora escribe: “La posguerra no puede haber existido / porque la guerra aún continúa”. Y es que el autor ha levantado un monumento en recuerdo de las víctimas de la Guerra Civil en Mallorca, un poema crudo, aparentemente desordenado, que narra historias y consigue meterse bajo nuestra piel. Por si fuera poco, cierra el volumen con otro extenso poema dedicado a su madre, fallecida cuando Alzamora era un niño. También de carácter narrativo, con una carga lírica más marcada, el poeta rebusca en la memoria personal para contarle, a la madre ausente, todo lo que recuerda de ella. Un abismo. Y un libro soberbio.